Los babuinos de Mr. Wasserman

Blogging on Peer-Reviewed ResearchEdward A. Wasserman es uno de los científicos más conocidos en ese área reducida que estudia el aprendizaje de causalidad (es famoso, por ejemplo, por sus estudios sobre aprendizaje conceptual con palomas).
Aun así, desconocía yo que en los últimos tiempos ha estado trabajando con una especie animal diferente a las que clásicamente venimos estudiando en el área: ni humanos, ni ratas ni palomas (en concreto, son éstas últimas las que han abundado en el currículum de Wasserman). Como dice el título del post, el señor Wasserman está muy interesado ahora en el aprendizaje de los babuinos, a juzgar por el paper* que “publicita” en su página web. Habrá quien me diga que no estoy al día, porque el artículo tiene sus añitos, pero más vale tarde que nunca ;-)

Bueno, al grano. ¿Por qué babuinos? La elección de esta especie de simio para estudiar el aprendizaje no es casual. Se trata de un animal inteligente para los estándares “mamiferianos”, además es una criatura social como los seres humanos. Sin embargo, lo que la hace más interesante en estos casos es su lejanía filogenética con el Homo sapiens. Ciertamente, nuestro antepasado común con este grupo de simios es mucho más antiguo (unos 30 millones de años) que el que compartimos, por ejemplo, con los chimpancés o los gorilas. Por eso, descubrir las habilidades cognitivas de los babuinos nos enseña una vez más que éstas no son una exclusividad del ser humano y sus parientes cercanos. Es la primera vez que se demuestra que un animal, aparte de los chimpancés y los humanos, puede utilizar un pensamiento “abstracto” de este tipo. Y Darwin (cuyas palabras, por cierto, abren el artículo en cuestión) se pone en pie para aplaudir, como yo.

Lo que han descubierto los autores del artículo es, en esencia, la semilla del razonamiento analógico humano (que es un tipo de pensamiento central en los procesos de aprendizaje e inferencias, lo saben bien los científicos y los filósofos), pero no lo han descubierto en humanos, ni siquiera en sus parientes cercanos los chimpancés, sino en una especie de mono muy alejada filogenéticamente de ambos. Ese razonamiento analógico “primitivo” que tienen los babuinos consiste en el establecimiento de relaciones entre otras relaciones de objetos. Vayamos paso a paso:

Sabemos que incluso las palomas pueden aprender problemas del tipo “igual-diferente” (ej: Young y Wasserman, 1997). Es sencillo: enseñamos a una paloma a picotear una tecla A para obtener comida cada vez que aparezca una pantalla con un conjunto de objetos diferentes entre sí (siempre los mismos), y a picotear una tecla diferente B cuando aparezca otra pantalla con un conjunto de objetos idénticos entre sí (también son siempre los mismos). Si la paloma ha aprendido el concepto “diferentes”, debería pulsar la tecla A cuando vea un conjunto de objetos distintos entre sí, incluso aunque sea la primera vez que vea esos objetos en particular. Igualmente, esperaríamos que la paloma pulsara la tecla B si es que reconoce el concepto “iguales” cuando le presentamos un conjunto de objetos idénticos entre sí, no importa si esos objetos son totalmente novedosos para ella.
(Por cierto, pequeño off-topic: ¿Quién decía, en los comentarios de este blog, que era muy aburrido eso tan “conductista” de enseñar a las palomas a picotear botones? Ni aburrido, ni conductista, he aquí, amigos, toda una elegante demostración de cognición animal).

En el artículo de Fagot, Wasserman y Young, la tarea experimental que habían de resolver los babuinos y los humanos (que también se incluyeron en el estudio para establecer una interesante comparación) se parece bastante al ejemplo que acabo de exponer con las palomas. Para abreviar, en esta entrevista el doctor Wasserman lo cuenta muy sucintamente (ojito, en inglés “americano”).
Básicamente, se trata de extrapolar una relación de igualdad o de diferencia a partir de un conjunto de estímulos hasta otro conjunto de estímulos (mirad el numerito que se marca Wasserman con las figuritas de colores, en el vídeo, muy aclaratorio), sin importar que dichos estímulos sean completamente nuevos para el animal. Por eso podemos decir que se trata de una forma de pensamiento abstracto: el babuino reconoce la relación entre dos elementos y la separa de los objetos concretos, lo cual le permite aplicarla a objetos novedosos. En realidad, se trata, como decía, de una demostración de la analogía. El conjunto estimular A+B se parece más al conjunto D+E (por ser también heterogéneo) que al conjunto C+C. Y se trata de un parecido puramente relacional, no tiene que ver con las características físicas o perceptuales de los objetos (esta hipótesis alternativa ya se encargan de descartarla los autores en sucesivos experimentos del mismo artículo).

De estos experimentos podemos sacar algunas conclusiones valiosas. Por ejemplo, los resultados sugieren que tanto los humanos como los babuinos que participaron en el estudio supieron reconocer la entropía (el “desorden” o la variabilidad en los conjuntos de estímulos presentados), y que se basaron en ella para hacer sus elecciones (aunque ambas especies difirieran en la manera de utilizar esta información para responder).
Otra idea interesante es que nuestro valorado pensamiento analógico (vital tanto en las artes como en las ciencias y en la vida cotidiana) puede haber evolucionado a partir de otras formas de pensamiento más sencillas como las discriminaciones de conceptos al estilo “igual - diferente”.

Interesante, lo de estos babuinos...

*: Fagot, J., Wasserman, E. A., & Young, M. E. (2001). Discriminating the relation between relations: The role of enthropy in abstract conceptualization by baboons (Papio papio) and humans (Homo sapiens). Journal of Experimental Psychology - Animal Behavior Processes, 27, 316-328.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué decir al respecto... Que me encanta leer sobre estudios que nos enseñan la relación del ser humano con el resto de especies (vamos, la evolución y esas cosas)

Fernando Blanco dijo...

A mí me apasionan este tipo de descubrimientos. Y además tienen un matiz tipo copernicano, en el sentido en el que no nos dejan en el centro del universo, sino que nos convierten en una ramita más del árbol de la vida. Incluso en un ámbito en el que a primera vista nos creemos únicos: el pensamiento. También ahí podemos registrar las huellas que hemos ido dejando en nuestra evolución.

Anónimo dijo...

Hola Gilgamesh
Te devuelvo la visita con promesa de participación :-)

Tengo problemas con los enlaces, que me dirigen a inexistentes direcciones de psicoteca ¿Puedes revisarlos?

Por otra parte, visitando la web de Wasserman, sólo accedo al abstract http://www.psychology.uiowa.edu/news/pr_wasserman.html
y http://www.psychology.uiowa.edu/news/stimuli.html

¿Habrá eliminado el Dr. W. la info a la que habías aludido en tu artículo, por problemas del copyright?
:-(

Saludetes
Carolus

Anónimo dijo...

Muy interesante, Gilgamesh. Una pregunta. ¿Cómo descartan los autores que la discriminación no sea debida a características físicas de los objetos? Lo digo porque no tengo acceso al video ni al artículo.

Gracias.

Anónimo dijo...

Es muy intersante el artículo. Los animales son muy listos, jeje ;)

Anónimo dijo...

bla bla todo sobre monos, ¿a quien le interesa? ¿que persona cuerda dedicaria su vida a estudiar unos tontos monos? Es un articulo de entretenimiento para personas aburridas.
Faltan articulos sobre Neuropsicologia, lo verdaderamente cientifico.

Anónimo dijo...

El último anónimo confunde materia con sustancia y cree que el único tema verdaderamente científico es el cerebro. Ciertamente, el cerebro no es un tema psicológico. Las investigaciones sobre las que estamos comentando tratan acerca del comportamiento, que es un tema tan "material" y "científico" como el del cerebro, sólo que a otro nivel. Lo materal no existe sólo como sustancia, sino también como relaciones e interacciones entre elementos materiales. De ese trata precisamente la conducta, el tema de la psicología. Finalmente, la neuropsicologìa depende por completo de la psicología. Los problemas de investigación de las neurociencias dependen por completo de lo que se conoce a nivel de la conducta, porque su objetivo es investigar la microestructura de la conducta.