Videncia o evidencia

A riesgo de repetirme, como parece ser que el tema de los adivinos es un tema que interesa, he pensado en escribir este post. Algunas de las cosas se han dicho en comentarios del post anterior y otras son nuevas. Espero que os resulte un post entretenido.



Introducción
Parece ser que hay profesionales que aseguran tener la facultad de adivinar el futuro. Es más, aseguran que podrán decirnos cosas sobre nosotros mismos, para que podamos conocernos mejor. Y además lo consiguen solamente con una sesión de…¿media hora?
¿Sorprendente verdad? ¿Y cómo consiguen tales proezas? Pues mirando las líneas de tú mano, mediante una baraja de cartas o mirando la posición de los planetas entre otras. Dependiendo de la disciplina mágica en la que estén curtidos. ¿Podrán realmente hacer algo así? Aquí van algunas reflexiones para compartir sobre este tema que da tanto que hablar. Reflexiones que reflejan mi punto de vista, y a través de las cuales iré intentando buscar explicaciones alternativas a estos “fenómenos mágicos”.

Ilusionismo y poderes mentales
En el post anterior sobre el asunto pudimos ver cómo mediante las técnicas que usan los ilusionistas, se pueden reproducir al menos en apariencia, cosas que hacen quienes afirman poseer “poderes mentales”. De hecho hay una rama del ilusionismo que se dedica a eso. Los ilusionistas la llaman “mentalismo” (no confundir con el significado de esta misma palabra fuera del ámbito del ilusionismo).
No esperamos ver que alguien realmente consiga mover con la mente un objeto, o que adivine “algo” sobre nosotros. Así que el hecho de tener la experiencia de que una persona pueda hacer este tipo de cosas es impresionante. Si uno está acostumbrado a ver las cosas de las que son capaces los prestidigitadores, tal vez nos resulte algo más normal.
Pero fuera de un escenario, alguien que no está familiarizado con los trucos de magia y que sea medianamente crédulo, puede quedar impresionado con un par de trucos sencillos. No olvidemos que “la experiencia es altamente persuasiva”. Si veo que alguien puede “adivinar realmente”, estaré más dispuesto a creer que su habilidad es cierta, que si solamente me lo cuenta.
Cuando estos “trucos” se usan para entretener al personal es algo estupendo. El “pero” viene cuando quien conoce estos métodos, los utiliza en su propio beneficio para hacer creer a otros que lo que están viendo es algo real. Así que aunque lo que presenciemos sea algo que parece real, aprendamos a desconfiar de “los poderes mentales que tienen otros” :)

Estadística
La estadística también puede ser un factor clave. Hay algunas cosas que nos pueden parecer poco probables, pero que realmente no lo son tanto. No sé si será cierto, porque no hice la prueba de comprobarlo, pero como ejemplo servirá. Y es que leí en algún sitio que los hombres, al ser más activos de jóvenes, es muy probable que tengan alguna cicatriz en una de sus dos rodillas por culpa de alguna caída. Así un adivino puede empezar diciendo…”usted tiene una cicatriz en la rodilla, veo que por alguna caída”, y acabar relacionando este hecho con la predicción.
Otro ejemplo que he leído del uso de la estadística, tiene que ver con alguien que salió por la tele por lo visto diciendo a los telespectadores que se concentrasen en “fundir una bombilla en su casa”. Si lo conseguían les pedía que llamasen a la tele. El caso es que se recibieron muchas llamadas de gente que supuestamente había conseguido fundir la bombilla con sus “poderes mentales”.
Pero teniendo en cuenta la cantidad de gente que está viendo el programa, estadísticamente…¿no es normal que se fundan algunas bombillas? :)
Sin irnos a casos tan extremos, podemos apreciar cómo un adivino se sirve de la estadística de forma más frecuente. Por ejemplo, si voy a hacerle una predicción a una persona que vive en Madrid, podré decirle algo así: veo una mujer de piedra sobre un carro, una plaza…sí claro “¡La Cibeles!”. Seguro que si no vives en Madrid tienes menos probabilidades de pasar por allí.
Incluso pueden trabajar con probabilidades asociadas a una edad. El otro día por ejemplo, salió por la tele un profesional echando las cartas. Y la persona que llamaba preguntó por su hija que tendría unos 18 años. Cuando le preguntó a ver si tenía novio, el profesional la contestó que “en alguna persona se había fijado su hija, y que si no lo tiene, está ahí tanteando”. ¡No! Una persona con 18 años que se ha fijado en un chico…¿alguna vez vieron algo parecido?
Y así, de muchas formas, la estadística puede ser un fiel aliado del adivino.

Efecto Barnum o efecto Forer
El efecto Barnum lo pudimos ver en el post anterior. Por lo visto afirmaciones relacionadas con la personalidad que son generales y vagas, y válidas para todo el mundo, al leerlas las asumimos como propias si creemos que van dirigidas a nosotros. Esto es el efecto Forer.
Este efecto puede explicar parte del proceso de la adivinación.
Si lo que nos dicen son cosas positivas de nosotros, estaremos más dispuestos a creérnoslas, al fin y al cabo a nadie le amarga un dulce.
Es importante también que pensemos que esas afirmaciones van dirigidas solamente a nosotros. No es lo mismo el horóscopo para todos los virgo, que una lectura personalizada. Estaremos más dispuestos a creernos lo que nos digan, si nos hacen una lectura personalizada.
A esto le podemos añadir predicciones ambiguas usando un poco de estadística y un poco de lectura fría.

Preguntas que no parecen preguntas
Afirmaciones con cierta musicalidad de pregunta, pero que no parecen serlo, son habituales también entre quienes aseguran leer el futuro. Así nos puede dar la impresión de que adivinan, pero realmente somos nosotros quienes se lo contamos.

Comunicación no verbal y la lectura fría
La comunicación no verbal podría ser usada también por aquellas personas que se dedican a adivinar cosas. En esta excelente página
que nos pasó Awen el Bardo, se puede conocer de forma rápida cómo consiguen los adivinos llevar a cabo la “lectura fría”, técnica usada también por los ilusionistas por cierto.

¿Qué queremos?
No olvidemos también, que es importante lo que la persona quiera. Si uno quiere creer en la astrología, le gusta el tema, es muy probable que le parezca algo excelente.
De hecho para persuadir a alguien, antes que buenos argumentos es mejor tener argumentos que agraden a la persona persuadida.
Y es que a veces lo que “queremos” va antes, y las razones después. Un ejemplo bastante ilustrativo puede ser un partido de fútbol. En numerosas ocasiones podremos ver cómo ante un penalti dudoso, la opinión de las personas depende del equipo al que pertenecen, más que de cualquier apreciación objetiva. Si somos forofos del “equipo de los astrólogos”, puede que incluso nos siente mal que pongan en duda algo tan importante para nosotros.

Buscando pruebas
Parece ser que cuando tenemos “nuestra propia teoría” sobre “lo que sea”, buscamos evidencias que la confirmen y no tanto fallos que la desmientan. Así que si creemos que el adivino “adivina”, buscaremos “aciertos” y no fallos. Además, después no recordaremos las cosas tal y como pasaron. Recordaremos aquellos detalles que confirmaban nuestra hipótesis. Y los que la contradecían, además de no haberles prestado atención, es muy posible que queden olvidados. Además como aparentemente no hay fallos debido a la ambigüedad de las afirmaciones, minimizamos aquello que puede hacernos pensar que estamos equivocados.
Seguramente la distorsión sea bastante mayor de lo que imaginamos. Al final si uno cree, seguramente saldrá diciendo que le adivinaron todo. Y si uno no cree “realmente”, lo más seguro es que salga pensando que todo tiene explicación natural.

Ambigüedad
Aunque esté en cierto sentido implícito al hablar del efecto Barnum, conviene destacar la ambigüedad como algo esencial. Buscando confirmación de las predicciones (algo con lo que relacionarlo) es fácil encontrar algún suceso de entre “todos los que nos ocurran” que pueda encajar bien con una afirmación ambigua. Es pura estadística y búsqueda de algo que encaje. Algo de “todo lo que nos ha pasado” seguro que encaja bien. Las afirmaciones ambiguas permiten encajar precisamente con muchas cosas diferentes, en las que “poder confirmar” la predicción.

Sobre el tarot (centrándonos un poco aquí)
La palabra tarot por lo visto debe de venir del egipcio y significa irónicamente algo así como “camino hacia la verdad”. Hay diferentes disciplinas de adivinación, pero hablaré un poco más sobre ésta. Las demás tienen explicación similar.
¿En que se basa el tarot? El tarot es realmente una teoría seudo científica sobre el inconsciente. Se supone que es el inconsciente del adivino es el que va a conseguir “adivinar”. Las cartas en teoría son un mero instrumento para este fin.
Se supone que el adivino debe barajar las cartas, cosa muy importante en el proceso de adivinación. Y al hacer esto las cartas “no se mueven al azar”. Por lo que comentan los partidarios del tarot, es “nuestro inconsciente” el que al mezclar el mazo ya está adivinando, colocando las cartas de forma inconsciente (es decir, que colocamos las cartas al barajar guiados por nuestro inconsciente: ahí empieza ya la adivinación).
Luego se tiran las cartas y en base a lo que salga y lo que añade nuestro inconsciente al interpretar, conseguiremos una buena adivinación, como los “grandes adivinos”.

Al hacer tiradas encontramos a Forer
A esta bonita teoría le podemos encontrar una explicación alternativa fácilmente con lo anteriormente explicado.
Sin meterme mucho, algunas cosas sobresalientes... Para empezar el significado de cada carta es una afirmación general ambigua, parecidas a las que se hacen en el “efecto Forer”. Las cartas tienen un significado, cada carta uno o dos diferentes. Los significados son afirmaciones ambiguas sobre nuestra personalidad o predicciones ambiguas. Así el adivino, después de hacer una tirada tiene ya unas cuantas cosas para decir, ¿no os parece? Y todas, frases que valdrían para la mayoría.
Hay diferentes tipos de tiradas usando las mismas cartas con los mismos significados. ¿En que se diferencia una tirada de otra? En la forma en que se ponen las cartas encima de la mesa. Por ejemplo, en un tipo de tirada concreta, se ponen 3 cartas en fila, luego debajo otras 3 y más abajo otras 3. O sea 3 filas de 3 cartas cada una. Tenemos 9 cartas con un significado cada una.
Además los lugares en que caen las cartas significan cosas. Así por ejemplo, el primer lugar puede corresponder al “amor”, y la carta que caiga allí nos dirá algo sobre el amor.
¿Saben cuales son las preocupaciones de tipo personal más frecuentes de las personas? Pues amor, trabajo y salud. “Casualmente” en la tirada de 9 cartas que acabo de describir, los 3 primeros lugares representarían amor, trabajo y salud. Ahí caen 3 cartas con un significado cada una, que son frases ambiguas y generales.
La cosa vendría a ser así. Si me cae el as de bastos (que significa comienzo de algo nuevo) en el lugar del amor, el adivino puede empezar: “Estás pensando en alguien (con media pregunta, y depende la reacción…), veo que empiezas a fijarte en alguien, de quien empiezas a sentir algo”.
Y así con nueve frasecitas. El resto se lo podemos dejar a las habilidades del adivino y lo bien que se le dé sacar información.

Críticas a los métodos de los adivinos
Para empezar, preguntar si no les parece una explicación más razonable la alternativa, que el hecho de suponer que realmente tienen “poderes mágicos” estos señores. O la habilidad por ejemplo en el caso del Tarot de interpretar los símbolos desde el subconsciente. Por si esto fuera poco, veamos algunas contradicciones y afirmaciones que se hacen por parte de adivinos.
Según los partidarios de esta disciplina, el tarot es una… “ciencia de la adivinación”. Es curiosa esta postura, porque adivinar es según el RAE:

“Predecir lo futuro o descubrir lo oculto, por medio de agüeros o sortilegios”

O sea que viene a ser predecir el futuro mediante la videncia; es decir, predecir hechos por sí mismos. Porque a uno le vienen a la cabeza o algo así. Eso no tiene nada que ver con la ciencia que se basa en la experimentación.
O sea que es una contradicción en sí misma. Por una parte los partidarios de este tipo de cosas rechazan hacer experimentos y por otra llaman a sus disciplinas “ciencias ocultas”. ¡Y tan ocultas!
Por si eso no fuera suficiente podemos encontrar en esta página la declaración de un señor que se dedicaba a hacer “lectura fría” en una línea telefónica de pago. Es especialmente interesante lo que cuenta este señor.
No solamente se le pueden encontrar explicaciones alternativas más que razonables, sino que además los “principios de la astrología “, entran en conflicto con algunos principios básicos de la física como podemos encontrar aquí.
Y para acabar citaros también este estupendo post sobre astrología donde dan muy buenas razones para decir que no a esta disciplina.

Conclusión
Quien propone un método nuevo para prestar un servicio a la sociedad, tiene la responsabilidad de demostrar que lo que ofrece funciona “realmente”. ¿Los adivinos lo hacen? No veo ningún interés por parte de los adivinos en hacer nada de esto. Pero no se duda al decir que el tarot o la astrología son ciencias, cuando precisamente la ciencia se basa en la evidencia.
Existen explicaciones alternativas muy ilustrativas de lo que hacen los adivinos sin tener que recurrir a la suposición de que realmente adivinan algo. Por si eso fuera poco, algunos supuestos de algunas “ciencias ocultas” contradicen principios elementales de la física.
¿Qué garantías hay de que realmente “adivinen”? La respuesta es ninguna. Es posible que no podamos demostrar que el tarot no funciona, pero tampoco podemos demostrar que el Yeti no existe. Ahora, ante la siguiente pregunta… ¿Qué garantías dan los adivinos? La respuesta es ninguna. ¿Qué explicación les parece más probable? Probablemente en la mayoría de los casos (seguramente todos), lo que ocurre entre el adivino y el cliente es producto de la imaginación del cliente, y puede que también de la del adivino (ya que es posible que el adivino se crea también que su método funciona aun sin ser así realmente).



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