¿Para esto sirve la memoria? (III): Meshes para hacer cosas

Blogging on Peer-Reviewed ResearchYa era hora de retomar el blog, que os tenía muy abandonados. Continúo con mi repaso a la propuesta de Arthur M. Glenberg de la memoria "corporeizada" en su artículo "Para qué sirve la memoria"* (ver entradas anteriores aquí y aquí). En esta entrada vamos a hablar por fin acerca de la memoria, desde un punto de vista funcional y a través del concepto de mesh.



¿Y qué pasa con la memoria? Las meshes
Cuando hacemos un repaso de las investigaciones sobre la memoria en el último siglo, ya desde Ebbinghaus, salta a la vista el sesgado punto de partida de la mayoría de los investigadores, centrados en el recuerdo que podríamos definir como "consciente", deliberado, incluso esforzado, o bien a la memorización (también deliberada, esforzada...). Por ejemplo, ya que hemos mencionado a Ebbinghaus, podríamos decir que el famoso procedimiento experimental de las "sílabas sin sentido", su mayor aportación a la psicología científica, se basa precisamente en la memorización de materiales novedosos. Glenberg reivindica en su artículo otra visión de la memoria, o al menos otra de sus manifestaciones, que probablemente ha sido injustamente desatendida por los investigadores, y se define por su carácter implícito o inconsciente, automático, continuo, es decir, constantemente actualizado (aquí hay una clara influencia de James y su "torrente de pensamientos", o "flujo de conciencia"), y tal vez también por estar muy sincronizada, o incluso fundida, con el proceso de la percepción. Esto último requiere más explicación. Cuando reconozco la mesa ante la que me siento, la pantalla del ordenador, estoy haciendo uso de información acerca de eventos pasados, ya sea inmediatamente o en un tiempo más lejano. Automáticamente, sin esfuerzo alguno, esas manchas de colores, luces y sombras proyectadas sobre mi retina se vuelven objetos reconocibles (es decir, percibo) y toman un significado: son los lapiceros que estoy visualizando sobre mi escritorio, o letras que reconozco al instante y encadeno formando palabras cuyo significado y pronunciación afloran de manera igualmente espontánea. Esta advenimiento del significado no sería posible si el proceso perceptivo estuviera totalmente desvinculado de la memoria. Muy al contrario, son mis experiencias pasadas con esos objetos las que aportan un sentido a las imágenes visuales. En la perspectiva de Glenberg (y la de muchos otros), la memoria y la percepción trabajan unidas, con límites a veces indefinidos (¿cuándo acaba una y empieza la otra?), y lo hacen en un continuo de información entrante, en ese torrente de conciencia que no se detiene nunca, salvo cuando nos dormimos o desmayamos (de nuevo, recuerdo a W. James).
En ese sentido automático y continuo, la memoria actúa para dar sentido a los estímulos captados por los sentidos, y eso es algo en lo que muchos expertos estarían de acuerdo. Pero esa intervención de la memoria ocurre, según Glenberg, de manera corporeizada (léase primero la entrada anterior). La descripción que el autor realiza de estos procesos en el artículo aludido podría, por su detalle y poder analítico, llamarse en toda regla una disección, aunque también sea para mi gusto un tanto especulativa. Eso sí, multitud de datos empíricos, citados en el artículo y en otros posteriores, coinciden con el punto de vista "corporeizado" de la memoria. Démosle un voto de confianza a este punto de vista y veamos el proceso, como propone Glenberg, paso a paso.
Primero, percibimos un objeto con unas propiedades físicas determinadas: forma, tamaño, dureza. Lo que nos interesan son las llamadas propiedades "proyectables", que son las que nos servirán en un primer momento para realizar acciones. Salta a la vista la flexibilidad del sistema: Factores como la atención o el estado motivacional pueden determinar qué propiedades son proyectables. Así pues, aparece un primer conjunto de acciones posibles (tal vez una cadena de ellas), derivado de las propiedades proyectables. Un objeto con las propiedades proyectables de una botella, en un estado motivacional en el que el sujeto tiene sed, proyecta una secuencia de acciones como "enfocar el objeto con la mirada; alargar la mano hacia él; cerrar la mano en torno a la parte media del objeto en el eje vertical; etc."
Eso, por parte de las propiedades proyectables (hasta aquí, todo depende del ambiente y de nuestras sensaciones). Pero entonces la memoria proporciona otro conjunto de acciones posibles con el objeto, que proviene de "propiedades no proyectables" (por ejemplo, el recuerdo de interacciones pasadas con ese u otros objetos). Ambos conjuntos de acciones se funden ("mesh"), se integran, formando un patrón coherente de acción en el que se tiene en cuenta tanto la historia previa como las restricciones físicas, anatómicas, etc., actuales. El ayer y el hoy. Es una conceptualización (de un objeto, o de una situación) en función de las acciones que se pueden llevar a cabo con él, o a partir de él. Por ejemplo, supongamos que no hay nada en las propiedades proyectables de una botella que relacione ese objeto con el acto de beber. En una botella opaca, que no deja ver su contenido, ni su forma, tamaño, peso, ni otras características me invitan a pensar que pueda desplegar ese tipo de acciones con ella (pero sí surgirán otras acciones posibles, como vimos arriba). Sin embargo, mis interacciones pasadas con objetos similares me recuerdan que las botellas son recipientes que contienen líquidos, y que a veces ese líquido es apto para ser bebido y quitarme y la sed. La memoria ha proporcionado unas propiedades no proyectables, que sugieren cierto tipo de acciones (¿beberme el líquido?). La "mesh" o conceptualización es la integración de los dos grupos de acciones de manera coherente: "Enfocar el objeto con la mirada; alargar la mano hacia él; asirlo; acercármelo a los labios; inclinarlo para que el líquido entre en mi boca; tragar".
Esto sucede automáticamente, sin esfuerzo y sin control alguno por parte del individuo. Sencillamente, no podemos hacer nada para evitar que ese otro objeto alargado, de tamaño y peso ideales para sujetarlo entre los dedos, sea reconocido como un bolígrafo con el que podemos escribir, aunque nada hay en su aspecto externo que intrínseca e inequívocamente revele su función. Hasta este punto, la memoria que hemos descrito es por lo tanto implícita, inconsciente y automática.
Un detalle interesante es el de la actualización continua de la memoria. Cada vez que el entorno cambia, sea por nuestras acciones o por cualquier otra cosa, la mesh (el patrón de acciones posibles "fundido" por las propiedades proyectables y no proyectables) cambia con él. Para remarcar esta característica fluida de las meshes, Glenberg recurre al concepto de "trayectoria", que representa la continuidad entre una mesh y las que le suceden en el tiempo. Un ejemplo: la posición actual de mi dedo índice sobre una tecla del teclado de mi ordenador condiciona la posición que podrá adoptar en el segundo siguiente, y el movimiento que tendrá que hacer para llegar hasta ahí (si debe moverse rápido o despacio, a la izquierda o a la derecha, o si es mejor que sea otro dedo el que alcance esa tecla). El concepto de trayectoria implica una continuidad, una gradualidad en el cambio de las meshes, que están por ello atadas tanto al ambiente físico material como al momento temporal.

Bueno, ya ha sido suficiente denso para hoy, que las celebraciones navideñas propias de estos días acaban siendo bastante agotadoras. Como dice el Dr. Kawashima, sí, el del juego "Brain Training", un poco de lectura al día viene bien para rejuvenecer el cerebro. ¡Que disfrutéis lo que os queda de fiestas!

*Glenberg, A. M. (1997). What memory is for. Behavioral and Brain sciences, 20, 1-55. (PDF en la web del autor).

4 comentarios:

Fernando Blanco dijo...

Ya tiene narices que inaugure los comentarios con esto, pero es que acabo de releerme el post y no puedo aguantarme. Esta frase es la monda: "En ese sentido automático y continuo, la memoria actúa para dar sentido a los estímulos captados por los sentidos..."
Verdaderamente, las fiestas navideñas nos cansan a todos :-P

Anónimo dijo...

Jeje. Fernando, la idea principal se entiende perfectamente, no te flageles. Muy interesante lo que comentas. Aunque de todos modos no deja de sonarme a cosas ya conocidas. Seguiré con interés lo que nos vayas contando.
Y por cierto, ¡Felices fiestas! Y ya que estamos desearte tb un feliz 2008!

Un abrazo ;)

Pilarll dijo...

Aprovecho yo tambien para felicitaros por partida doble, por el blog y por las fiestas.
...¡Y gracias por el enlace!!!!!.

Anónimo dijo...

¡Te deseo tb un feliz año 2008 Pilar!