"Creacionismo": Respuesta a Juan Manuel de Prada

Permitidme que, en esta ocasión, dedique una entrada en Psicoteca a un tema un poco más general de lo que es habitual por aquí. Mi post de hoy es (o pretende ser) una respuesta argumentada a la columna que hoy publica el escritor Juan Manuel de Prada en la revista "XL Semanal", en la cual defiende el creacionismo mediante unos argumentos sospechosamente endebles y falaces. Puede que a algunos lectores les venga a la mente otro ya inolvidable artículo publicado en el mismo suplemento ("XL Semanal") acerca de la Psicología, plagado de errores, y al que ya dediqué una respuesta en su momento. Por lo demás, aunque esta vez el ataque no es contra la Psicología sino contra el hecho evolutivo (más bien diría contra la ciencia y la racionalidad, en general), creo que no está de más comentar algo por aquí, contribuyendo así a que no se extienda impunemente la manipulación informativa (la real, no la que los creacionistas tanto insisten en denunciar). Vamos, que respondo a Juan Manuel de Prada simplemente para que vea que no nos puede tomar por tontos tan fácilmente.
Estas manifestaciones a favor del creacionismo que tanto se prodigan últimamente en nuestro país comenzaron como tímidas adhesiones, pero auguran un previsible estallido virulento (¡mirad cómo están en los EEUU!). Y, para no acabar como todos nos tememos, merecen una pronta respuesta por parte de la comunidad científica-bloguera: a buen seguro no seré el único en haber recogido el guante. Además, hoy por hoy, negar el hecho evolutivo y rechazar el método científico tiene serias implicaciones para los que pretendemos hacer de la Psicología una ciencia. Esa es la vela que me permite entrar en este entierro, por así decirlo. Al trapo.



Vaya por delante que reconozco el talento literario del señor De Prada, aunque a veces me resulte muy cargante. Pero eso no significa que tenga que compartir todas sus ideas o que éstas estén siempre bien argumentadas. Por otro lado, no es la primera vez que este escritor se manifiesta abiertamente en contra del hecho evolutivo (aquí un ejemplo en un artículo previo, a partir de cuyas sobras, por cierto, parece haber refrito el autor el texto que hoy se comenta). Eso sí, De Prada debe de haber abandonado todos los complejos, y ya se atreve a titular su ensayo "Creacionismo", sin tapujos, o mejor dicho, sin vergüenza. Así, de entrada, las cartas quedan boca arriba y sabemos a qué atenernos.
Lo que viene a continuación son unos extractos de las afirmaciones realizadas por De Prada en el texto original (enlace aquí), seguidos de mis respuestas argumentadas. Lo haré lo mejor que pueda.

Comienza De Prada:

Que los medios de comunicación alteran la realidad, introduciendo a su conveniencia tergiversaciones más o menos gruesas que dificultan o impiden una cabal comprensión de los acontecimientos, no parece asunto que admita demasiada controversia.


Es una buena forma de empezar, coincidiendo en nuestras opiniones. Efectivamente: esto no admite demasiada controversia. Sin embargo, me apresuro a observar la facilidad y la frecuencia con la que los llamados creacionistas apelan a una especie de conspiración mediática occidental para mantener al pueblo ignorante de la verdad recogida en las sagradas escrituras. Cualquier justa solicitud de datos, argumentos, u objetividad por parte de los científicos evolucionistas es respondida siempre con esa actitud de doncella zaherida, mezclando las churras con las merinas, y de paso, inyectando en los oyentes una dosis de sospecha hacia la comunidad científica en su totalidad, identificándonos con "el sistema" (sea lo que sea eso), entramándonos en una increíble y paranoica red de conspiraciones dirigidas a mantener el oscurantismo intelectual.
En mi opinión, es un espectáculo cuando menos obsceno que sean los religiosos quienes, tras siglos sometiendo a su voluntad a un público crédulo, acusen a la ciencia de querer mantener al pueblo en la ignorancia más oscura. En fin, no ahondaré en este punto, prefiero ir a por "la chicha" del artículo, que tiene seguramente más interés.

Continúa el autor su artículo criticando la caracterización simplista y tergiversada que la prensa dibuja de los creacionistas. Como "cuatro friquis fanáticos", acusa De Prada, son los creacionistas presentados en los medios. Tal vez no tiene en cuenta el escritor que los evolucionistas (que son todos los científicos) tampoco salen precisamente bien parados en estas situaciones. Un escritor de renombre puede publicar un artículo a favor del creacionismo en una revista, y hasta titularlo así, precisamente, "Creacionismo", y sembrar la duda, y propagar la desinformación sin más reacción que un par de cartas al director y unos cuantos bloggers airados. Pero es francamente complicado encontrar artículos serios en la prensa generalista donde el hecho evolutivo y la teoría de la selección natural sean presentados de forma rigurosa. Como algunos bloggers no dejan de denunciar, lo habitual es que el periodista de turno, con mejor o peor intención, hable (o escriba) sin haber entendido de qué va el asunto, contribuyendo por lo tanto a la desinformación, más que a la divulgación científica (que supuestamente era su objetivo). No existe un célebre blog llamado "Mala prensa" sin motivo.


Y el asunto primordial no es otro sino aceptar que la creación es fruto de un azar complejo o asumir que obedece a un designio divino. El propio Darwin nunca negó la intervención divina en su obra canónica, El origen de las especies; pero, misteriosamente, la prensa que lo jalea –que, por supuesto, no se ha tomado la molestia de leerlo– suele esgrimirlo como autoridad irrefutable para negar tal intervención, condenando a quienes la afirman al gueto de los indoctos y los oscurantistas.


Entramos en harina. Bonita carambola, la que traza el señor De Prada en este extracto. Primero, note el lector que acusa a "la prensa que lo jalea (a Darwin)" de ni siquiera haberse "tomado la molestia de leer" El origen de las especies, la obra en la que la teoría de la selección natural fue expuesta por el naturalista inglés. Sin embargo, a partir de la primera frase de este extracto, sólo podemos llegar a dos conclusiones:
a) O bien De Prada tampoco ha leído el libro en cuestión (y recuerdo que acusar a otras personas de cometer los errores en los que incurre quien acusa es de mala educación);
b) o bien lo ha leído, pero no ha entendido ni una sola palabra. La evolución de las especies no es fruto de un "azar complejo". El papel del azar en la evolución biológica es muchísimo más secundario de lo que los creacionistas se empeñan en señalar. Éste sólo interviene como una de las fuentes de variabilidad, que es la "materia prima" sobre la que trabaja la selección, motor principal de la evolución en la teoría darwiniana. ¡Por supuesto que las formas de vida compleja no han surgido por azar! Ni siquiera hace falta recurrir a eso que el señor De Prada llama "azar complejo", de hecho me encantaría que me aclarase a qué rayos se refiere con esa expresión, porque yo no lo entiendo. Aquí De Prada juega a eso de construirse un hombre de paja para apalearlo a placer, aparentando fortaleza ante los desprevenidos, pero es en vano: ningún evolucionista dirá que la vida, o que los seres humanos, o que la inteligencia surgieron por azar. Ni complejo, ni sencillo, ni de ningún tipo. La selección natural es una fuerza (se utiliza la expresión "presión selectiva") direccional: sistemáticamente apunta en una dirección determinada (la de la adaptación al medio). Cuando digo sistemáticamente, significa eso, una presión constante y consistente, no un devaneo aleatorio aquí y allá hasta que por casualidad a un dinosaurio le salen alas y echa a volar, como muchas veces dan a entender los argumentos creacionistas. Mucho ojo: no estoy queriendo decir que haya algún tipo de direccionalidad preestablecida en forma de meta en la evolución de las especies. No hay ningún hito en la historia natural al que todas las formas de vida estén apuntando durante su proceso evolutivo, como ser más fuerte, o más inteligente... La evolución no se entiende como un progreso, sino más bien como un simple cambio. Pero insisto, un cambio no aleatorio, dirigido por la fuerza de la probabilidad de dejar descendencia con respecto a las formas de vida competidoras. Afirmar, como lo ha hecho De Prada, que la vida es "fruto de un azar" (complejo o no), es sencillamente estar equivocado, bien porque quien habla desconoce lo más básico acerca del proceso de selección natural descrito por Darwin, o bien porque miente interesadamente con fines propagandísticos. Yo quiero pensar que estamos ante el primer caso, pero no sería la primera vez que desde el bando creacionista se utiliza la mentira como arma ideológica.
Denota también este párrafo que he extractado una actitud hacia la ciencia que no hace sino reafirmarme en mi convicción de que quien lo escribió no tiene la mínima idea de en qué consiste y cómo funciona la ciencia. Ningún científico, aunque él se refiera en este párrafo a "los medios que lo jalean" (a Darwin), "esgrimiría como autoridad irrefutable" a Darwin, ni a Einstein, ni a nadie. Y esto es así porque en ciencia no existe el argumento de autoridad, tan apreciado en otros contextos como el teológico (el caso de la "infalibilidad" papal es paradigmático). Es decir: yo no defiendo el evolucionismo porque confíe en el poderío intelectual de Darwin, sino porque tengo argumentos y tengo datos. Además, ningún científico serio se atrevería a usar la palabra "irrefutable". La ciencia, ya va siendo hora de que se entere el señor De Prada, se basa en la refutabilidad. No existe el conocimiento científico irrefutable. Una afirmación o es científica o es irrefutable, pero las dos cosas no, mire usted. Toda teoría, en ciencia, es refutable, y también provisional, es decir, susceptible de mejorarse o sustituirse por otra más ajustada a la realidad. Y es precisamente esto lo que hace avanzar a la ciencia, con respecto a otras esferas del saber, como la religión, donde las verdades sí son irrefutables, es decir, son dogmas, palabras talladas en piedra hace dos mil años que se fosilizaron y llegan a nuestros días intactas. Pero en este punto vamos a profundizar a propósito del siguiente extracto:


Pero lo cierto es que tal intervención (se refiere a la intervención divina en la creación), por mucho que avance la ciencia, nunca podrá ser probada ni refutada categóricamente;


Exacto. Si nos ponemos rigurosos, podríamos decir que la ciencia nunca podrá probar nada, puesto que su método se basa en la falsación: las hipótesis científicas no se confirman. En vez de eso, se refutan las (se demuestran falsas) las hipótesis alternativas a la que se quiere poner a prueba. Esto es así por un imperativo lógico y racional, y las bases las tenemos en Karl Popper. Ya alguna vez ha tocado hablar de falsacionismo en este blog, por lo que a los lectores les sonará el concepto. Pero es que en este caso vamos más allá, así que cambio mi discurso directamente a la segunda persona, para que me escuche (o me lea) bien. Fíjese usted bien en lo que está diciendo, señor De Prada.
En primer lugar, sólo como observación, lo de afirmar cosas "categóricamente" es algo que no hacen los científicos serios, por lo explicado más arriba. Revise, revise con cuidado ese vocabulario.
En segundo lugar, y más importante, no se puede demostrar (o refutar) mediante el método científico algo que está fuera del alcance de dicho método, y es ridículo siquiera plantearlo. Por decirlo de manera un poco más divertida, está exigiendo a la ciencia, como condición para limpiar su nombre, que se salte sus propias normas, que se salga del tablero de ajedrez y haga jaque mate en la cancha de baloncesto. Absurdo e injusto a partes iguales, y a continuación explicaré por qué. No puedo probar que, en algún punto de la historia de la Tierra, el divino dedo del Señor Todopoderoso haya bajado entre las nubes y haya "intervenido", al estilo que mencionaba Newton a propósito de los ajustes en sus cálculos. ¿Cómo podría probar algo así? La hipótesis de la intervención divina es sobrenatural. No está sujeta a los condicionantes y leyes de nuestra realidad natural. Sencillamente, no hay experimento posible que me sirva para refutar la hipótesis del "dedo del Señor". Se trata de una hipótesis infalsable, irrefutable, ahora sí. Un tipo de hipótesis que nunca planteará un científico, sino más bien un teólogo. ¿Para qué sirve una hipótesis irrefutable? No puede, por definición, ponerse a prueba, estudiarse, criticarse, no es posible hacer ciencia con ella... sólo puede escribirse en un libro sagrado y mantenerla como dogma de fe para generaciones venideras.
Habrá comprobado, si es mínimamente sensato en el uso de la lógica, que las hipótesis infalsables son francamente inútiles e improductivas. Y el caso es que tampoco las necesitamos en absoluto. La historia de la vida sobre la Tierra, incluida la llegada del ser humano y su recorrido hasta el día de hoy, es perfectamente explicable mediante las teorías científicas (por lo tanto falsables, refutables, discutibles), sin recurrir a ningún elemento sobrenatural ni fantasmagoría. Sería muy largo para explicarlo aquí, pero es usted una persona culta e, imagino, aficionada a la lectura. Tal vez debería usted variar algo más sus fuentes de conocimiento, un poco menos de Santo Tomás de Aquino y un poco más de divulgación científica actual. Una rápida búsqueda en Google le conducirá a textos sencillos que resolverán todas sus dudas. Ahora entenderá que, si no necesitamos teorías fantasiosas sobre seres sobrenaturales y dedos divinos que bajan del cielo para explicar cómo llegamos aquí, lo mejor es quedarnos con las hipótesis falsables que provee la ciencia, que pueden ser refutadas y corregidas. De esta forma, nuestro conocimiento de la realidad sólo puede mejorar conforme se investiga.
Y, por otro lado, no juegue a las ambigüedades. No se muerda la lengua con ese eufemismo soso de "la intervención divina". Todos entendemos que está usted pensando en la intervención de un dios concreto. Y no es Odín, ni Zeus, sino el mismísimo Yahvé de los cristianos. Esto es interesante, porque, ya fuera del ámbito científico, todos podemos jugar a proponer hipótesis infalsables: A ver cómo me refuta usted que un monstruoso espagueti volador creó al ser humano hace 6000 años a partir de unas albóndigas bañadas en salsa de tomate. ¿Difícil? Pues bien, ambas intervenciones (la del "dedo divino" y la del espagueti) son igualmente irrefutables. Cuando usted reconozca que no puede falsar la hipótesis del origen del hombre a partir de la salsa boloñesa (¡qué rico!), yo le preguntaré entonces por qué usted prefiere creer en la intervención del dios cristiano antes que en nuestro génesis a partir de un plato de pasta con carne. Será un diálogo más o menos divertido y surrealista, pero tenga algo claro: eso NO será ciencia, se lo aseguro.
Apaciguados mis ánimos, vuelvo a escribir en tercera persona, y continúo extractando:



...en cambio, el sentido común sí puede ayudarnos a comprender que ciertos misterios que rodean el origen del hombre no pueden ser explicados mediante meras teorías evolutivas.


En este fragmento, salta a la vista la necesidad irrefrenable de De Prada por llenar nuestro mundo de agujeros inexplicables. "Ciertos misterios que rodean el origen del hombre", dice. ¿Misterios? Cuando la ciencia no conoce algo acerca de una cuestión, lo acepta abiertamente, apostillando que en un futuro esa situación puede cambiar gracias a nuevas investigaciones. Sin embargo, cuando un creacionista no conoce algo acerca de una cuestión, lo llama "misterio" y se queda tan ancho. Lo atractivo (para ellos) de los misterios es que son agujeros por los que uno puede dejar entrar a dios como quien no quiere la cosa.
En cuanto a esa impecable argumentación para justificar por qué hay "misterios" que no pueden explicarse mediante la ciencia, diré que el señor De Prada debió de quedarse dormido en clase de filosofía el día que explicaron las falacias lógicas. ¿Qué clase de argumento es apelar al "sentido común"? Yo lo diré: un argumento falaz. Que una afirmación parezca intuitivamente sensata (suponiendo que estemos de acuerdo en lo que parece sensato y lo que no) no implica que sea verdadera. Sólo por citar un tópico archiutilizado: el sentido común nos dice que es el sol el que se mueve a través del cielo, yéndose "a dormir" en algún lugar tras las montañas, y saliendo al día siguiente por el otro lado... Por descontado, en ciencia no existe el argumento del "recurso al sentido común". Trabajo en el campo de la Psicología, y puedo asegurar que nuestro funcionamiento cognitivo dista mucho del que intuitivamente nos atribuimos.
Puestos a profundizar en las declaraciones que estoy analizando, también puede que De Prada y yo discrepemos en cuanto a qué es eso del "sentido común"... Al fin y al cabo, él da a entender que cree en los seres sobrenaturales, y esto a mí me parece de todo menos sensato. Pero mejor evito meterme en estos jardines por ahora. Prosigo:



Descubrimos que nuestros antepasados, que el imaginario popular ha caracterizado como rudos y primitivos, pintaban; descubrimos que poseían una sensibilidad inalcanzable para cualquier animal; descubrimos que estaban poseídos por la gracia del arte, una gracia que no bendice a ningún animal, ni siquiera en sus expresiones más balbucientes o rudimentarias.


Pues esto que dice me parece "demasiado descubrir". Las pinturas rupestres que tanto admiran a De Prada fueron ejecutadas hace relativamente poco tiempo. Digamos que muchas, pero muchas generaciones de homínidos, primero, y de seres humanos como nosotros, después, pasaron por el mundo sin dejarnos un mural con bisontes en la pared de una cueva. Los científicos piensan en el arte no como en la gran (y "misteriosa") capacidad que nos hace humanos, sino como en una adaptación más en el camino que nos ha traído hasta nuestros días. Nada menos que 100.000 años pasaron desde que el primer Homo sapiens pisó la tierra hasta que aparecieron las primeras manifestaciones artísticas de las que tenemos noticia, en forma de conchas talladas (y se trata de manifestaciones mucho más rudimentarias que las impresionantes cuevas de Altamira, por ejemplo).
De todas formas, debería De Prada interesarse por las investigaciones acerca del sentido de la estética en los animales (de momento, se ha experimentado con chimpancés, elefantes y aves canoras, hasta donde tengo noticia). Tal vez se lleve una sorpresa. Todas estas criaturas son capaces de llevar a cabo actividades que recuerdan al arte humano de muchas maneras, aunque, y así debe reconocerse, ciertos estudios de neuroimagen más recientes muestran que las áreas corticales implicadas en estas actividades no son las mismas en las personas y en los chimpancés. Se trata en cualquier caso de un asunto aún estudiado por los psicólogos y los biólogos, en absoluto es un tema cerrado.


...este rasgo personalísimo, esta singularidad misteriosa, establece una barrera insalvable entre hombres y animales, una ruptura en el continuum de la evolución que ningún avance de la ciencia podrá explicar jamás.



"La ciencia no lo podrá explicar jamás", dice De Prada. A lo que biólogos y antropólogos (y científicos en general) respondemos: "Por que tú lo digas". Sobre todo porque buscamos una justificación para la osada afirmación de De Prada... y no la encontramos. Eso no es justo, es hacer trampa, y está cercano a la manipulación que tan pomposamente fue denunciada por el escritor al principio del artículo.



Las pinturas rupestres no fueron comenzadas por monos y terminadas por hombres; los monos no pintan mejor a medida que evolucionan: simplemente, no pintarán jamás.


Primero: Los monos pueden pintar, como los elefantes y los delfines. Ya he mencionado que probablemente este tipo de actividades no tengan para estos animales el mismo sentido que para los humanos, y que se basen más bien en el aprendizaje. Sin embargo, no podemos saber si los "monos" llegarán a pintar como lo hacen los humanos o no. Ni él ni yo lo veremos. Sólo planteo que es posible que lo hagan algún día (no hay ninguna regla en el funcionamiento de la selección natural que lo prohíba).
Segundo: ¿Y qué si los monos no llegan nunca a pintarle bigote a un angelito en la Capilla Sixtina? ¿Qué prueba eso? La evolución, como dije antes, no está pre-dirigida de antemano. No hay ninguna señal en el camino que diga: "Para seguir evolucionando, por favor coja un poco de argamasa y construya la catedral de Burgos". Para un "mono", el siguiente hito adaptativo de los próximos 10 millones de años puede implicar un aumento de la inteligencia general, o bien... cualquier otra cosa que permita a los individuos reproducirse más que los competidores. Sea lo que sea. La evolución no conduce a los seres vivos hacia formas "más fuertes", o "más inteligentes". Simplemente las conduce a las formas que permiten una tasa de reproducción diferencial más ventajosa. Así de sencillo. El que no haya más animales a los que les dé por hacer grafittis en los muros o componer sinfonías no demuestra la intervención sobrenatural. Una cosa no sigue a la otra. De Prada ataca con garbo... a un muñeco de paja, de nuevo.
Y ya termino:


El creacionista no es ese friqui fanático que se aferra a la literalidad del primer capítulo del Génesis; es, pura y simplemente, la persona que se niega a comulgar con las ruedas de molino del pienso ideológico con el que nos pretenden abducir y se pregunta: «¿Qué ocurrió en las cavernas para que un ser rudo y primitivo se pusiera a pintar?»


Bueno, hay creacionistas que sí son friquis fanáticos que abogan por la literalidad del Génesis, tal cual. Luego, como en la naturaleza, hay diversidad de formas y posturas: desde el que reconoce su irracionalidad sin complejos y hasta presume de ella, hasta el que se disfraza de científico para intentar colar su mentira.
En cualquier caso, me hace gracia lo de "comulgar con las ruedas de molino del pienso ideológico", con metáfora agropecuaria (y conspiracionista) incluida, aludiendo supuestamente a la condición de borrego de todo el que no vaya a misa diaria, imagino (yo pensaba que a misa uno iba para comulgar precisamente). Bueno. A lo mejor somos los evolucionistas los que nos negamos a comulgar con ruedas de molino de proporciones ciclópeas y palatabilidad bajo mínimos. No acostumbro a comulgar, ni con ruedas de molino ni con otras cosas, pero cuando me piden que me "trague" lo que alguien me está contando, sólo pido, primero, un vaso de agua, y segundo, argumentos que me convenzan. En el artículo de De Prada no había ni uno.
Dice De Prada que los creacionistas son los únicos listos a los que nadie les cuela ni una, y además, ¡oh, sorpresa!, los tíos se hacen preguntas. Vaya, vaya. "¿Qué ocurrió en las cavernas para que un ser rudo y primitivo se pusiera a pintar?". El trabajo de los científicos, habrá que aclarar, consiste precisamente en hacerse preguntas y buscar respuestas. Y ellos también se han hecho esta pregunta en concreto. La diferencia entre los creacionistas y los científicos reside en cómo afronta cada uno la pregunta. El científico investiga, propone experimentos, busca respuestas... El creacionista dice que "Dios lo hizo", se sienta en su escritorio, y no se preocupa en pensar ni por un segundo. Así que no manipulemos, invirtiendo los papeles de unos y otros. Por cierto, la alusión a "misterios" que nadie podrá resolver tampoco es una respuesta satisfactoria y además por lo general lleva implícita la mentada intervención divina. Los creacionistas, simplemente, no están proporcionando respuestas, y critican a quienes las buscan.

Para acabar, recapitulo lo dicho hasta ahora: ¿Qué nos ha contado el artículo de De Prada?
Pues tenemos una serie de afirmaciones erróneas e inexactas que, en el mejor de los casos, sólo se pueden atribuir a la ignorancia. Y todas pretenden sustentarse sobre un andamiaje de argumentaciones falaces y equívocas. Ciertamente, con ese contenido, De Prada no podía haber escogido mejor título para su columna de hoy: "Creacionismo".

EDITO (29/09/2008 14:00): Esto va bien. Ya empieza a haber reacciones en la blogosfera. Paleofreak despacha a De Prada con su habitual solidez. Sólo puedo decirle: ¡Olé!

RE-EDITO (14:15): Otro más que se hace eco. Aberrón, en su blog "Fogonazos", titula su post "De intelectuales y trogloditas"

Y EDITO OTRA VEZ (23:25): Golem Blog y El Pez se suman a la reacción.

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