Como habrás comprobado por ti mismo, lo que ves (cómo la persona pronuncia una sílaba) influye sobre lo que oyes (en realidad tú entiendes da, cuando lo que tú realmente estás escuchando es ba).
Desde hace unos 50 años ya se comenzaron a hacer estudios sobre cómo influye lo que vemos sobre lo que oímos y una de las primeras cosas que se vieron fue que tener la posibilidad de ver a la persona que está hablando con nosotros mejora el volumen de lo que oímos en hasta 15dB, y esto no ocurre sólo con volúmenes bajos sino que ocurre también cuando las condiciones acústicas no son adversas (recuerda, cuando alguien te grite no le mires y te parecerá que está gritando más bajo).
Después llegó la ilusión auditiva de McGurk en el año 1976, que en realidad estaba estudiando los patrones de imitación de los niños cuando aprendían a hablar y para ello les puso vídeos de personas pronunciando determinadas sílabas, pero el sonido no se correspondía con lo que ellos oían. Cuando llegaron a la combinación ga-ba (como en el vídeo) los niños oían la sílaba da. McGurk echó la bronca al tipo que había preparado los vídeos porque creía que los había montado mal, pero rápidamente se mostró que todo estaba perfectamente y que lo que ocurría era que habían descubierto una forma de producir una ilusión auditiva. De hecho, este efecto también puede conseguirse con otras combinaciones como con la combinación ka (visual) + pa (auditiva), que da lugar a la percepción de ta. Y además McGurk observó que este efecto no sólo se daba en niños sino también en adultos e incluso en niños que todavía no han adquirido el lenguaje (se da incluso en niños de 6 meses de edad).
A partir de entonces este efecto se ha estudiado pormenorizadamente y se han encontrado cosas muy interesantes al respecto. En experimentos de neuroimagen se ha visto que hay una región del cerebro, el surco temporal superior izquierdo, que parece que muestra una diferente activación cuando recibe estímulos congruentes (cuando el estímulo visual y el acústico coinciden) con respecto a cuando estos son incongruentes. Esta región es lo que se conoce como un área de asociación. Las áreas de asociación son regiones del cerebro donde confluyen axones de neuronas que transmiten información de diferente modalidad sensorial y es aquí donde se procesan de forma conjunta y lo que puede dar lugar a ilusiones o errores, como ocurría también en el efecto Stroop que comentábamos recientemente.
Por otro lado, esta es una prueba de que el sistema visual y el auditivo han evolucionado de forma conjunta para permitir, entre otras cosas, un mejor procesamiento del habla. El sistema visual podría ayudar a discriminar sonidos que son difíciles de diferenciar (las personas sordas llevan al extremo esta ventaja cuando leen los labios) y también podría servir como una forma de redundancia, de modo que el estímulo visual incrementaría la confianza sobre el mensaje percibido a través del sistema auditivo (si dos sistemas independientes apuntan a la misma solución entonces podemos confiar más en ella que si sólo uno de ellos la valida). Además, el efecto McGurk no es algo automático sino que requiere de nuestra atención para que se dé, de modo que cuando se incorporan estímulos distractores visuales o auditivos se ve atenuado, lo que además prueba que el efecto no se debe a un mal procesamiento de la vista o el oído sino de la integración de esas dos modalidades sensoriales. Otra prueba de esta ayuda del sistema visual sobre el auditivo es que cuando una persona ve a otra que está hablando pero a la que no puede oír, en su cerebro no sólo se activa la corteza visual (la que responde a lo que sus ojos están viendo) sino que se activa también la corteza auditiva (aun cuando no está escuchando nada).
Desde hace unos 50 años ya se comenzaron a hacer estudios sobre cómo influye lo que vemos sobre lo que oímos y una de las primeras cosas que se vieron fue que tener la posibilidad de ver a la persona que está hablando con nosotros mejora el volumen de lo que oímos en hasta 15dB, y esto no ocurre sólo con volúmenes bajos sino que ocurre también cuando las condiciones acústicas no son adversas (recuerda, cuando alguien te grite no le mires y te parecerá que está gritando más bajo).
Después llegó la ilusión auditiva de McGurk en el año 1976, que en realidad estaba estudiando los patrones de imitación de los niños cuando aprendían a hablar y para ello les puso vídeos de personas pronunciando determinadas sílabas, pero el sonido no se correspondía con lo que ellos oían. Cuando llegaron a la combinación ga-ba (como en el vídeo) los niños oían la sílaba da. McGurk echó la bronca al tipo que había preparado los vídeos porque creía que los había montado mal, pero rápidamente se mostró que todo estaba perfectamente y que lo que ocurría era que habían descubierto una forma de producir una ilusión auditiva. De hecho, este efecto también puede conseguirse con otras combinaciones como con la combinación ka (visual) + pa (auditiva), que da lugar a la percepción de ta. Y además McGurk observó que este efecto no sólo se daba en niños sino también en adultos e incluso en niños que todavía no han adquirido el lenguaje (se da incluso en niños de 6 meses de edad).
A partir de entonces este efecto se ha estudiado pormenorizadamente y se han encontrado cosas muy interesantes al respecto. En experimentos de neuroimagen se ha visto que hay una región del cerebro, el surco temporal superior izquierdo, que parece que muestra una diferente activación cuando recibe estímulos congruentes (cuando el estímulo visual y el acústico coinciden) con respecto a cuando estos son incongruentes. Esta región es lo que se conoce como un área de asociación. Las áreas de asociación son regiones del cerebro donde confluyen axones de neuronas que transmiten información de diferente modalidad sensorial y es aquí donde se procesan de forma conjunta y lo que puede dar lugar a ilusiones o errores, como ocurría también en el efecto Stroop que comentábamos recientemente.
Por otro lado, esta es una prueba de que el sistema visual y el auditivo han evolucionado de forma conjunta para permitir, entre otras cosas, un mejor procesamiento del habla. El sistema visual podría ayudar a discriminar sonidos que son difíciles de diferenciar (las personas sordas llevan al extremo esta ventaja cuando leen los labios) y también podría servir como una forma de redundancia, de modo que el estímulo visual incrementaría la confianza sobre el mensaje percibido a través del sistema auditivo (si dos sistemas independientes apuntan a la misma solución entonces podemos confiar más en ella que si sólo uno de ellos la valida). Además, el efecto McGurk no es algo automático sino que requiere de nuestra atención para que se dé, de modo que cuando se incorporan estímulos distractores visuales o auditivos se ve atenuado, lo que además prueba que el efecto no se debe a un mal procesamiento de la vista o el oído sino de la integración de esas dos modalidades sensoriales. Otra prueba de esta ayuda del sistema visual sobre el auditivo es que cuando una persona ve a otra que está hablando pero a la que no puede oír, en su cerebro no sólo se activa la corteza visual (la que responde a lo que sus ojos están viendo) sino que se activa también la corteza auditiva (aun cuando no está escuchando nada).
Por último, dos curiosidades al respecto de la integración visual-auditiva: por un lado, la sinestesia, que consiste en que un estímulo de una determinada modalidad puede evocar otras modalidades sensoriales, de modo que se pueden oler colores o ver los sonidos, que es lo que se cree que le ocurría al pintor ruso Kandinsky, que decía que la música evocaba en él colores y formas. Y, por otro lado, hay personas que perciben un sonido, como un breve clinck cuando mueven sus ojos hacia una determinada posición. En este último caso no se trata de un “error” en la integración de estímulos sino más bien de alguna conexión anómala entre los nervios oculomotores y el sistema auditivo.
Campbell, R., (2008), The processing of audio-visual speech: empirical and neural bases, Phil.Trnas.R.Soc.B. 363: 1001-10.
Artículo escrito por Brainy, y por Héctor.
Artículo escrito por Brainy, y por Héctor.
3 comentarios:
Lo que más me llama la atención en este caso es que, en lugar de prevalecer una de las dos vías como en el efecto Stroop, aquí lo que se percibe es una tercera opción, realmente curioso.
Por cierto, ¿la sinestesia es algo muy habitual en mayor o menor medida, o es algo poco frecuente?, lo digo porque a mí me pasa pero no de una forma exagerada.
No está muy claro el % de personas en los que se da. Antes se tendía a pensar que era en muy poca gente, pero esta idea creo que está cambiando un poco, de hecho hay artículos que proponen que la sinestesia es bastante más común de lo que se pensaba (entre 3% y 4% de la población total, creo que era más o menos).
Es posible que te pase, yo sólo conozco la teoría...:)
Un saludo
De ese efecto se han basado muchas películas, todo lo que percepciòn entre las más famosas son: Inception y Matrix.
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