
1966. Sur de Francia. Una cueva a 70 metros de profundidad. Mairetet, de 24 años, pasa 6 meses, asumimos que voluntariamente, en tal entorno. Eso sí, la cueva es "espaciosa", y Mairetet dispone de "cama, comida y luz eléctrica". No se trata de una extravagancia francesa, sino de un estudio sobre ritmos circadianos y regulación fisiológica en condiciones de aislamiento. El investigador Paul Fraisse decidió que era una buena oportunidad para también indagar en cómo se percibe el tiempo en tales condiciones. Malamente, fue su conclusión. Por ejemplo, la duración media del tiempo pasado entre el despertar y la comida, Mairetet la estimó en 4 horas, 40 minutos cuando la duración media real fue 10 horas, 26 minutos.