10 Razones para que investigadores españoles en el extranjero no vuelvan

Un poco pesimista es el texto que sigue, pero me temo que no se le puede objetar gran cosa a sus argumentos, al menos en ciertas áreas de investigación, y creo que a todos nos interesa. Javier Sáez Castresana, director de la Unidad de Biología de Tumores cerebrales de la Universidad de Navarra, describe una desoladora, y ya bien conocida por todos, imagen del panorama laboral del científico español. Bueno, yo creo que por mucha razón que lleve el Dr. Sáez Castresana, que la lleva, la mayoría de nosotros estamos ya curados de espanto. Pasamos temporadas un poco más bajos de ánimo, pero... ¡qué narices! ¿Alguien conoce un trabajo más emocionante que éste? Siempre dije que los científicos somos los últimos románticos que quedan... ¡Disfrutadlo mientras podáis! :-)

El texto original está en Forum Libertas con fecha 16/11/2007, y me entero del asunto vía Ciencia para impacientes.

Quince años de políticas variopintas para captar "cerebros", y España sigue sin garantizar a éstos una continuidad en su país.
El ministro de Sanidad y Consumo, Bernat Soria, en una visita realizada a Suecia hace un mes se reunió con más de 30 investigadores españoles en el Instituto Karolinska de Estocolmo, un prestigioso centro de investigación biomédica que además ejerce como una de las universidades médicas más grandes y célebres de Europa.
El ministro esbozó el proyecto de retorno de investigadores españoles que está diseñando el Ministerio de Sanidad y Consumo.
Hay varias razones por las que aconsejo a estos científicos que no regresen precipitadamente a España si la única causa para tal regreso fuera la propuesta del ministro. No obstante, conviene antes hacer un poco de historia.
En el año 1992 se lanzaron por vez primera los “contratos de reincorporación de investigadores postdoctorales a España”. También se hizo una llamada a los mal denominados “cerebros” para que regresaran a la patria a hacer investigación.
Muchos regresaron convencidos de que el país se abría a la contratación de investigadores. No fue así. Los contratos duraban tres años como máximo, y sólo si el director de investigación al que se adscribían tenía un proyecto de investigación concedido.
Cuando dejaba de tenerlo, el “cerebro” pasaba al paro. Y si el director disponía de otro proyecto varios meses después, el “cerebro” era recontratado. Esta situación acabó con la paciencia de muchos, que abandonaron definitivamente la investigación, ya que tras sumar los tres años de contratación total pasaban directamente al paro al no haber sido diseñado un plan de plazas de investigadores en las universidades o en el CSIC.
Otros “cerebros” que regresaron a España, fueron contratados en alguno de los hospitales del Sistema Nacional de Salud. Para ello, el hospital pagaba una parte y el Fondo de Investigación Sanitaria el resto.
Así durante 6 años, con un salario bastante bajo, escasamente superior a los 1000 euros al mes. Hace un par de años estos investigadores, han finalizado sus contratos: algunos han sido recontratados a bajo sueldo por el propio hospital y otros han pasado al paro. Varios abandonarán la investigación si encuentran un trabajo mejor.
Hace pocos años se diseñó el plan de contrataciones Ramón y Cajal, como una mejora de los contratos de reincoporación de 1992. Ahora duran cinco años y no dependen de que el director de investigación al que el “cerebro” se adscribe tenga o no un proyecto de investigación concedido en un determinado momento, ya que la financiación se concede directamente al investigador contratado, al “cerebro”.
En breve iremos viendo cuál es el futuro de estos investigadores: ¿serán verdaderamente contratados por las universidades, el CSIC u otros centros de investigación cuando el MEC deje de pagar los contratos Ramon y Cajal? ¿Se han creado plazas específicas para ellos?
¿Existe un modo de valorar su carrera profesional? Nadie responde con claridad a estas preguntas en la administración. Si algunos encuentran empleo será por el buen hacer de su propia universidad o de otra, pero las garantías de que todos aquellos que han trabajado correctamente encuentren empleo son mínimas.
España no ha profundizado a nivel político sobre la importancia de la investigación científica en términos de contratación de personal. Los políticos hablan mucho de investigación, tal vez demasiado, pero no concretan cómo hay que financiar los recursos humanos, verdaderos agentes activos de la investigación.
Tras 15 años de políticas variopintas para la captación de “cerebros de investigación” España sigue sin garantizar el futuro de éstos una vez en su tierra.
Paso a dar diez razones (hay muchas más) para aconsejar a las nuevas promociones de científicos postdoctorales españoles que sigan en sus puestos mientras puedan y sólo regresen si no hay más remedio y amarrando todos los cabos posibles, porque, de otra manera, con la simple confianza en el gobierno de turno, no prosperarán ni laboral ni científicamente.

1. España no ha diseñado una carrera científica. Los “cerebros” que retornen han de saber que las universidades les contratarán como docentes, despreocuparándose, en general, por sus quehaceres investigadores, exigiéndoles únicamente el cumplimiento de la docencia. Sólo el CSIC ha diseñado una carrera científica. Los investigadores que llegan del extranjero son, por ello, difícilmente contratables en la universidad, o en hospitales si realizan investigación biomédica. Además la promoción posterior es inexistente.

2. Oposiciones frustradas a plazas en la Universidad . Quienes sólo se hayan dedicado a investigar, y no a enseñar formalmente, no podrán opositar a puestos de profesor titular o catedrático, por mucho curriculum vitae que lleven a sus espaldas, ya que la función docente documentable, por escasa o inexistente, les impedirá ser incluso baremados como candidatos a tales puestos por parte de la actual ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación).
En otras palabras, España trata a este colectivo como “investigadores no docentes”, aunque se pasen la vida enseñando cómo investigar y dando conferencias con sus novedosos resultados.
En nuestro país un premio Nobel no llegaría a catedrático si sólo hace investigación y no da clases de alguna asignatura de licenciatura. Y esta norma se ha seguido al pie de la letra durante décadas, por no decir siglos, a fin de introducir en el sistema a mediocres “docentes no investigadores”, impidiendo la entrada de investigadores de calidad que podrían en poco tiempo adaptarse a la docencia y contribuir con su investigación a incrementar el nivel de producción científica de nuestras universidades.

3. Exceso de carga docente. La carga docente en la universidad es habitualmente pesada y tediosa, y los “cerebros” que se encuentran en el extranjero, en general, desean investigar. Al regresar a España, si se les explota excesivamente con la docencia, suelen rebelarse y los problemas comienzan. Por otra parte, si no se les da ninguna carga docente se encuentran en la situación descrita en el punto anterior, lo cual a la larga podría ser peor, cuestionándose incluso desde la propia universidad si tal o cual “investigador no docente” debe continuar en el puesto que ocupa.

4. Dificultad para formar un grupo investigador. Aún cuando encuentren un puesto como investigadores en algún instituto de nueva creación o en algún centro del CSIC, que no en la universidad, los “cerebros” tendrán muy difícil formar su propio grupo de investigación al estilo del que ellos conocen en otros países, ya que, en general no recibirán personal adscrito bien formado, sino, a lo sumo algún becario para hacer la tesis doctoral bajo su dirección y después abandonar el grupo. Esta realidad no mejora con el tiempo, sino que se cronifica y año tras año logra minar la ilusión científica de gran número de investigadores de nuestro país.

5. Escasa o nula financiación básica. España no otorga, ni siquiera a sus mejores investigadores, una mínima cantidad de dinero anual para poder investigar. Es cada jefe de grupo quien debe solicitarlo al Ministerio, explicando en largos y tediosos documentos lo que quiere hacer, lo que ha hecho en el pasado, su historial de publicaciones científicas, etc.
En estos menesteres gasta el “cerebro” la mayor parte de su energía, sin ayuda de personal de secretaría de ningún tipo, lo cual le hará sentir que pasa demasiado tiempo pegado al ordenador y no pensando precisamente en experimentos científicos sino en cómo conseguir el dinero que necesita para realizar su propio trabajo.
¿Saben Vds. de algún otro trabajo en que se trabaje para conseguir el dinero con el que hay que comenzar a trabajar? ¿Y si a pesar de todo no se consigue? Así es la vida del investigador universitario. Cualquier ingeniero que hace investigación, sin embargo, por estar asociado a empresas patrocinadoras, puede plantearse objetivos más concretos, ya que existe una mínima financiación estable, consiga él dinero o no.

6. Exceso de burocracia en los procesos de investigación. La propia institución de investigación, sea el CSIC o las universidades, por un exceso de burocratización y sin mala fe en muchos casos, o con mala fe en otros, puede llegar a impedir al investigador que realice parte de esas peticiones económicas a las agencias de financiación, así como la entrada de becarios o el establecimiento de colaboraciones científicas con otras instituciones. Sin entenderlo, por tanto, no es raro que el investigador sienta que la propia institución donde trabaja no le facilita, sino lo contrario, su labor de búsqueda de financiación y personal adscrito bajo su dirección.

7. No se contratan investigadores fuera de los puestos de funcionarios: profesores titulares o catedráticos. Normalmente en España se dirige un grupo de investigación o se hace la tesis en él, para luego abandonarlo. No hay forma de contratar a un postdoctoral con experiencia que no quiera dirigir un grupo. Las “capas intermedias” no existen. No hay dinero para contratar a personal cualificado de forma permanente.
Esto supone un gran riesgo para los laboratorios: los directores no disponen de gente cualificada y ven con tristeza cómo ellos mismos van quedando desfasados de lo que un día hicieron. La calidad de la investigación de sus grupos puede ir disminuyendo progresivamente.

8. La productividad científica no se ve recompensada en España. Sólo se evalúa desde el Ministerio el crecimiento curricular de los profesores funcionarios (profesores titulares y catedráticos). El resto de profesores españoles son injustamente olvidados, produzcan lo que produzcan, incluso si producen más o mejores resultados que algunos de los profesores titulares y catedráticos. Simplemente no se les pagará nada extra por ello. Y si producen poco, tampoco se les penalizará.

9. Falta de personal técnico o de apoyo. Lo normal es que el investigador haga todo lo que tiene que hacer él solo: pedir fondos, rellenar folios y folios cada año con solicitudes, justificaciones, inventarios, facturas; buscar bibliografía publicada, escribir artículos dominando los programas informáticos existentes para ello; hacer fotografías o dibujos explicativos para incorporar a las publicaciones (hay que ser casi un experto del Photoshop o programas similares); dirigir a los becarios predoctorales de su grupo de investigación; atender las cuestiones que vengan de su Facultad o centro de investigación…
En fin, poco tiempo le queda para investigar (pensar, discutir con otros, releer temas de contraste) con serenidad. El investigador español pierde mucho tiempo por no disponer de ayuda suficiente a nivel de secretaría fundamentalmente.

10. Un conjunto de diferentes razones como las líneas de investigación prioritarias cambiantes cada poco número de años; la baja consideracion social, laboral y económica del investigador; la injusticia curricular que normalmente ha desfavorecido a quienes eran originales, inteligentes y sabían hacer sin dar demasiada lata; las célebres y nuevas inhabilitaciones a priori, según las cuales no se permite solicitar dos proyectos a la vez como investigador principal, perdiéndose los dos sistemáticamente al solicitarlos incluso por error; y muchas otras razones me obligan a recordar a estos jóvenes investigadores que el científico en España difícilmente puede llegar a realizar una investigación seria, competetitiva y con utilidad.
Además se cronifica como un ser en minoría de edad, bajo salario, becario permanente, sin fijeza en el trabajo, a la caza constante de dinero para investigar, finalizando todo ello casi siempre en la génesis de un ser desanimado, con pérdida de autoestima, por no decir solitario, taciturno, cansado de la vida (de la profesional al menos).
Pero muchos siguen adelante: el científico no sólo investiga por vocación, o por gusto, o por obligación desde instancias superiores (aunque nadie le obliga, ciertamente), sino también y sobre todo si lleva años investigando, por voluntad cajaliana con el convencimiento de que, a pesar de los obstáculos que el sistema español de ciencia y tecnología le pueda poner, unidos a los creados por su propio lugar de trabajo, él tiene una misión en esta vida y, humildemente, tiene que llevarla a cabo.

Javier Sáez Castresana dirige la Unidad de Biología de Tumores Cerebrales en la Universidad de Navarra. Ha trabajado anteriormente en el Instituto Karolinska (1988-1990), la Universidad de Harvard (1990-1992), y el CSIC (1992-1997).


EDITO (14/12/2007 16:22): También se hace eco del mismo asunto el amigo Roke de UAMblog, y además se ha currado unos cuantos vínculos contextualizados en el escrito.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Resumiendo: El que vale, lo hace y el que no vale para hacerlo lo enseña, y el sistema se asegura de que las cosas sigan así. De esta forma yo tengo los inútiles de profesores que tengo en la facultad que suponen mas obstáculo que ayuda a la hora de recibir una formación adecuada. El ministerio de Cultura podría gastarse menos dinero en peliculas españolas que no le gustan a nadie e invertirlo en buenos profesionales, con experiencia demostrada en su campo, para formar alumnos en las universidades. Pero en fin, "Spain is diferent". Alguien recuerda la noticia que salió hace poco sobre un estudio que, basándose en número de patentes, premios Nobel que han pasado por ellas y demás factores cuantificables, revelaba que, entre las 150 ó 200 mejores universidades del mundo no hay ninguna españolas???

Anónimo dijo...

xabela dice que la sabiduria, emana de la experiencia.Sólo quién vive tumultuosamente sufre. la vida es gozo que se contrapone al sufrimiento, en el mismo grado. sufro por igual cuando río que cuando lloro

Fernando Blanco dijo...

Chicos, es verdad que yo, que me he embarcado en esta Odisea que es hacer ciencia en España, he pasado (y pasaré) por momentos bajos. De verdad, he tenido ganas de mandarlo todo a la m#@rda y buscarme la vida como los demás.
Pero, ¿qué queréis que os diga? No hay que dejarse vencer (definitivamente) por el pesimismo. ¿Acaso estamos aquí por el dinero? (Pfff, deja que me ría) ¿Por el estatus social? (Ja, ja, ja) ¿Por llevar una vida estable y cómoda? ( X-D Ay, que me meo...).
No, estamos aquí porque nos gusta este trabajo. No se me ocurre nada en lo que ocupar mi vida que sea igual de emocionante y estimulante. Vale, se podría realizar en mejores condiciones (lo que dice el post es cierto en su mayoría, no lo niego), pero yo me siento afortunado sólo por tener la oportunidad de probarlo.
Y si luego me sale mal la jugada, como a esos "cerebros recaptados" por las Ramón y Cajal a los que engañaron para volver, pues mira, ya tendré tiempo de buscarme un trabajo "de verdad" (es que para algunos si trabajas frente al ordenador no trabajas de verdad) y de convertirme en una persona gris y vacía. Pero con la experiencia de haber probado.

Anónimo dijo...

Pués compañero, mucho ánimo y de verdad te deseo lo mejor, pero por lo general, a la gente le gusta que le paguen bien por su trabajo y tener la estabilidad suficiente para comprar una vivienda y formar una familia. "Primun vivere, deinde philosophare"

Anónimo dijo...

Oiganmen che, les faltó "proyectar" la culpa a Freud y al Psicoanalisis.

Fernando Blanco dijo...

Para Anónimo de las 2:01:
Oigame, usted, a lo mejor si dejara un nombre para identificarle no tendría que material sobre el que proyectar mi deducción de que todos los que apoyan el psicoanálisis freudiano son unos cobardes miserables que rehúyen el debate. ¿Por qué esconderse tras un "anónimo", como los criminales de las películas? Señor anónimo psicoanalista, no sea troll.
Que ya empiezo a mosquearme, leche.

Anónimo dijo...

Pues sí, la verdad es que no tiene ni pies ni cabeza. Gasta nuestro país un dineral en formar a los investigadores, y cuando ya pueden empezar a rendir, no hay nada planificado. A ver si mejora, porque es una pena la verdad.

Sr anónimo de las 2:01
¿No será que usted no se ha visto en la situación en la que se encuentran muchos investigadores como Fernando y por eso no lo comprende? No sé, digo, como a los psicoanalistas no les va eso de investigar...Prefieren dedicarse a escribir literatura fantástica :)

Roke Iñaki Oruezabal dijo...

La cita es buena, creo que la utilizaré en algún momento, aunque la declinación es -um, "Primum vivere deinde philosophare".
Somos privilegiados desde nuestra propia perspectiva que quizás sea tan absurda o tan certera como el privilegio de una monja de estar casada con Dios. Desde el exterior, cuando perciben las horas intempestivas de trabajo,los fines de semana perdidos, la aleatoriedad de los resultados, las posibilidades de fracaso por ser el segundo en publicar, la ausencia de relación con el mundo empresarial que podría dar una salida, la minusvaloración dentro del propio sistema....Cuando juntas todo esto y otros tantos condimentos y lo proyectas en un futuro la probabilidad de alcanzar la frustración o una cronificación del desánimo crece...Perdón por el día gris y agradecido por el vínculo....

Anónimo dijo...

Esto me recuerda el modelo de psicología de empresa de Herzberg Herzberg.
Herzberg propone que los currelas no suelen felicitarse a menudo por unas buenas condiciones de trabajo. O por lo menos comparado con lo que se quejan por unas "malas condiciones de trabajo".
Así Herzberg dice que por una parte está la motivación y por otra la satisfacción laboral.
La satisfacción tiene que ver con las condiciones en que alguien desarrolla su trabajo. Lo llama higiene (con el sentido que este autor le da a la palabra).
Si un trabajador está en malas condiciones se produce la insatisfacción. Si está currando en buenas condiciones tenemos un trabajador satisfecho. Pero los factores que rodean el trabajo son independientes de la motivación según este autor. La motivación se relaciona con factores intrínsecos a la propia actividad laboral o que se relacionen directamente con la misma.

Teniendo en cuenta que la investigación es algo que suele ser vocacional, tenemos personas generalmente muy motivadas con lo que hacen, pero insatisfechas. Con unas condiciones de estabilidad laboral malas.

Gran error no aprovechar la motivación de estos cerebros, ya que al fin y al cabo la motivación es más difícil de conseguir que las buenas condiciones (que requieren de voluntad y recursos económicos).

De todos modos, intentando ser positivo respecto a la investigación, el panorama laboral muchas veces no nos da mucho más que el "mileurismo". Así que igual no hay tanta diferencia. E intentando dar un poco de ánimo a Fernando, de lo malo en donde tú estás hay buenas becas si lo comparas con el resto del estado. O sea que no estáis tan mal por lo menos vosotros. Supongo que tendréis la beca esa por 4 años.
He hablado con compañeros de otras comunidades, y no sé si será cierto, pero deben de tener que pedir la beca año tras año y con algún mes sin cobrar cada vez que la piden. Así deben de ser las becas estatales para el doctorado.
¿Alguien por aquí lo puede confirmar a ver si es cierto?
O sea que ánimo Fernando si me permites la expresión, que no estáis tan mal ;)

Saludos

Anónimo dijo...

Soy Héctor el último ;)

Fernando Blanco dijo...

Para el último Anónimo y otros:
Muchas gracias por los ánimos. Efectivamente, como acabas de señalar, "no estoy tan mal". De hecho, siempre me he considerado un privilegiado. ¿Cuántas personas tienen aunque sólo sea una mínima oportunidad de vivir haciendo lo que les gusta? ¿Y cuántas quedan si descontamos a los futbolistas? ;-)
En serio. He pasado y pasaré, como todos en este mundillo, mis baches y mis momentos de bajoncillo, pero se superan precisamente por la motivación intrínseca que has mencionado.
Hay temporadas en las que me levanto de la cama como un obús disparado hacia el ordenador para apuntar alguna idea o hacer un análisis nuevo que se me acaba de ocurrir.
Mucho trabajo, condiciones malas... ¡Pero nos mantiene el espíritu! Lo repito: somos los últimos románticos que quedan. Ilusos, si queréis, pero al menos moriremos habiéndolo intentado. Si lo dejo ahora nunca sabré si habría funcionado.
En cuanto al panorama tan negro que pinta el dr. Saez Castresana sobre los investigadores con morriña, pues mira, al menos en mi área veo alguna posibilidad de volver aquí y vivir de lo mío en mi tierra. Futuro lejano, sí, y tras mucha pirueta, vale. Pero es lo que quiero hacer y ahora que me he decidido no me chista nadie.
¡¡Muchas gracias a todos!!

DLuque dijo...

Hola a todos.
Estamos de acuerdo que investigar en España es un camino de obstáculos. Bajo mi punto de vista, el que nos guste nuestro trabajo no debería de ser aprovechado por el MEC/gobiernos autonómicos para recortarnos derechos. Tenemos derecho a ser tratados con dignidad y a una carrera profesional segura basada en los méritos académicos. Y si las cosas están mal ¡hay que cambiarlas!
www.precarios.org