Desde la psicología se trabaja en muchas ocasiones el tema de las adicciones. Y es que los problemas que causan las drogas, son fuente de estudio para neuropsicólogos y psicólogos sociales.
Aunque puede que otra buena forma de solución para las adicciones llegue de la mano de otras disciplinas. Un colaborador de Museo de la Ciencia es bioquímico e investigador en el campo de las vacunas, y ha escrito un post muy interesante sobre las adicciones. Como pienso que este tema puede ser de interés para los lectores de este blog, os dejo con esta estupenda explicación que nos hace sonicando sobre el asunto.
Contra las adicciones, ¡Vacúnate!
El título de esta entrada podría ser un cartel futuro, presente en un ambulatorio cualquiera. Igualito a los que inundan nuestros centros de salud cuando comienza la campaña de la gripe. Un cartel por el que muchas personas están luchando, para que cuanto antes existan vacunas para luchar contra ciertas adicciones.
Y el astuto lector se preguntará ¿qué tendrá que ver la profilaxis con drogas?¿que puede hacer una aproximación vacunal para frenar una adicción? ¿sonicando se ha vuelto loco y ha empezado a mezclar la velocidad con el tocino?
Os pido un voto de confianza, que lo bueno, no ha hecho más que empezar…
Sabemos que cuando un agente extraño penetra en nuestro organismo, es suceptible de que el sistema inmune lo detecte y lo elimine. Pero la mayoría de las drogas son demasiado pequeñas para ser reconocidas y pasan desapercibidas. Además, llegan en muy poco tiempo a los receptores neuronales que eficientemente desbaratan. Pero como siempre, alguien se empeñó en diseñar estrategias que solventaran los problemas. Alguien quería una vacuna y puso todo lo que pudo sobre la mesa, para intentar lograrlo.
En Little Rock, en la University of Arkansas for Medical Sciences, Michael Owens está intentando cambiar la terapia frente adicciones, luchando por el desarrollo de una vacuna frente a la metaanfetamina. Una vacuna que haga que en un futuro se pueda “enseñar” al sistema inmune a luchar frente a las drogas, bloqueándolas, de forma que tras consumir una dosis de una determinada droga, no sintamos NADA.
Michael Owens recibiendo una condecoración.
Sería una vacuna frente al SUBIDÓN, una vacuna que haría que drogarse fuera un acto completamente inútil.
Aunque la estrategia sea noticia esta semana, la idea de usar el sistema inmune para combatir la adicción a ciertas drogas no es nueva. En 1974 en la University of Chicago se consiguió que macacos inmunizados con un compuesto similar a la morfina, disminuyeran el interés de auto-administrarse heroína (1) y el mismo Owens, en 1985, siguió una aproximaciónque le permitió generar anticuerpos que bloqueaban el PCP en cabras (2).
Aun así, se pueden contar con los dedos de las manos las vacunas contra adicciones que están en desarrollo y por supuesto, casi todos los ensayos aún permanecen en modelos animales (salvo un par de ellas, contra la nicotina y cocaína en humanos)
La nicotina es la diana de múltiples farmacéuticas. Novartis ya desarrolla su vacuna, aunque por ahora Nic Vax de Nabi Biopharmaceuticals sólo ha conseguido un 30% de efectividad ( referida a conseguir un número de anticuerpos que produjeran una disminución en el hábito de los enfermos).
Y es que si en las vacunas corrientes luchamos contra una variación enorme entre los sistemas inmunológicos de los distintos pacientes, en este tipo de vacunas tendríamos que añadir la variación psicológica entre pacientes.

Celtic Pharma también tiene dos candidatos, TA-NIC (frente a la nicotina) y TA-CD (frente a la cocaína). La segunda ya ha conseguido anticuerpos suficientes (durante 13 semanas) como para que un consumidor no note nada tras reincidir en su hábito.
Pero todavía no hemos entrado en detalle, ¿como conseguimos producir anticuerpos frente a moléculas pequeñas? La respuesta rápida: Uniéndolas a cosas grandes.
El grupo de Michael Owens empezó con una proteína enorme presente en la sangre de vaca, a la que unieron múltiples moléculas de metanfetamina, usando para pegarlas cadenas de 6 átomos de carbono. Así, generaron un antígeno monstruosamente grande que lo tiene difícil para pasar desapercibido al entrar en nuestro organismo.
Ahora sólo queda que un macrófago detecte la proteína, la fagocite y la presente a los linfocitos. De entre todos los pedazos a los que reducirá a la proteína antes de presentarla, algunos fragmentos serán poco más grandes que la metanfetamina, generándose anticuerpos frente a dicha molécula. Parte de dichos linfocitos se quedarán como linfocitos B de memoria y permanecerán alerta frente a la droga durante mucho tiempo en el organismo.
El gran trabajo desarrollado por Owens es el diseño fino de lo que acabo de contar, cómo optimizar todo el procedimiento para conseguir el mayor número de anticuerpos (lo que se llama título de anticuerpos) y la mayor memoria posible.
Otra estrategia que han probado es desarrollar anticuerpos monoclonales específicos frente a la metanfetamina, purificarlos e inocularlos a pacientes. Pero claro, necesitaríamos casi la misma dosis de anticuerpo que de droga (igual menos) y los pacientes podrían incrementar la dosis tras el bloqueo para sentir lo mismo (aunque Paul Pentel, investigador del proyecto NicVax de la University of Minnesota dice que en modelos animales estas “compensaciones de dosis” no se observan)
Aun así, una dosis de droga puede ser de gramos, y sintetizar tal cantidad de anticuerpos sería carísimo, para una única dosis.
Como véis no se me había ido la olla, y una vez más vemos estrategias inteligentes en el mundo de la biología molecular, con el objetivo de desarrollar soluciones para nuestros grandes males. Ahora quedan muchas cuestiones éticas en el aire y es que si se consigue el objetivo que hoy nos ocupa, muchas personas podrían optar por vacunar a sus hijos, o el estado podría tomar la opción de legislar la vacunación contra las drogas como una solución. El debate está abierto.
Artículo original escrito por Sonicando aquí.
