El razonamiento sobre las causas y los efectos es una de las habilidades más importantes sobre las que se asientan actividades humanas como la ciencia y la aplicación de la ley, pero también posibilita, más generalmente, la supervivencia de todos los animales, incluyendo por supuesto al ser humano. Por ejemplo, es el tipo de razonamiento que llevaría a nuestros antepasados a evitar comer las bayas venenosas de determinado arbusto, a seleccionar las presas entre los individuos más débiles del rebaño, o a fabricar las primeras herramientas.
Para razonar causalmente, sólo necesitamos comprender intuitivamente qué son las causas y qué son los efectos que producen. Sin embargo, esta comprensión desde el punto de vista de la filosofía es bastante compleja. En este post vamos a asomarnos sólo un poquito a esta cuestión filosófica, a través de un par de ejemplos que espero os resulten amenos.
La misteriosa muerte del mercader
Vamos a imaginar la siguiente historia (extraída de Sloman, 2005). Existía un mercader que atesoró gran riqueza y fama, gracias a sus frecuentes viajes de un lado al otro del gran desierto, donde sólo él osaba aventurarse. Sin embargo, pese a su fortuna, su vida estaba doblemente amenazada: La mujer del mercader deseaba asesinarlo porque sabía que él tenía una amante. Al mismo tiempo, la amante del mercader también planeaba su muerte para quedarse con su dinero.
Ambas mujeres llevaron a cabo sus planes a la vez e independientemente. Antes de partir en uno de los solitarios viajes del mercader por el desierto, la esposa dejó caer inadvertidamente unas gotas de mortífero veneno en su cantimplora. Aprovechando otro descuido, la amante perforó la misma cantimplora, de forma que el agua iba escapando muy poco a poco, con la intención de que el mercader muriera de sed.
Como habréis imaginado, el mercader nunca volvió de su viaje. Inmediatamente, la mujer acusa a la amante de haber envenenado el agua de su esposo, como había planeado desde el principio. La amante no tiene defensa posible y es encarcelada. Fin de la historia. Pero... ¿quién diríais que fue la culpable de la muerte del mercader? ¿La esposa, que envenenó el agua, o la amante, que perforó la cantimplora? La respuesta intuitiva carga con las culpas a la amante, ya que, al haber hecho que la cantimplora se vaciara, mató al mercader de sed, sin darle la ocasión de morir envenenado. Pero cuando dejamos atrás las intuiciones y nos vamos al terreno más filosófico, advertimos que se trata de una pregunta que en realidad encierra un análisis causal: ¿cuál fue la causa de la muerte del mercader? Y no es tan obvia como parece. Para responder, antes necesitamos saber qué es una causa. Por tanto, no me interesa la respuesta intuitiva, moral o legal acerca de la responsabilidad de las dos mujeres, pues es cuestión trivial, poco interesante y de escaso recorrido, sino arrojar luz sobre lo que significa la causalidad.
Vamos a filosofar: ¿qué es una causa?
A esta pregunta, "qué es una causa", han intentado responder los pensadores desde hace miles de años, con precedentes muy serios en Aristóteles y definitiva sistematización en David Hume (y posteriormente Judea Pearl). No quiero meterme de lleno con ello, pues nos llevaría muchísimo tiempo y además no me siento preparado para semejante hazaña. Ahora bien, sí que quiero remarcar alguna de las características básicas.
Para empezar, las causas y efectos son eventos, no propiamente objetos físicos. En lenguaje coloquial, podríamos decir que un padre (objeto físico) "es la causa" de su hijo (otro objeto físico), pero se nos hace difícil imaginar este tipo de situaciones porque entendemos los objetos como elementos estáticos o al menos no ligados a restricciones temporales. Sin embargo, en la noción de causalidad se involucra necesariamente al factor tiempo. Una consecuencia lógica y evidente de esta naturaleza temporal de la causalidad es el requisito indispensable de que las causas precedan necesariamente a sus efectos (incluso aunque estén muy separados en el tiempo).
De modo que las causas y efectos son entidades definidas en términos temporales, es decir, eventos: por ejemplo, aunque podamos decir que las armas (objeto) "causan" la muerte (estado), lo que realmente estamos indicando es que el evento consistente en disparar un arma causa el evento consistente en cambiar de estado, de muerto a vivo, a un objeto físico.
Imaginando otros mundos posibles
Según los filósofos, concluir una relación causal implica necesariamente contemplar situaciones que no han ocurrido (pero podrían haberlo hecho). A este tipo de pensamiento lo llamamos "razonamiento contrafactual". Por ejemplo, es lo que hago cuando imagino qué haría "si yo fuera rico" (y no lo soy) o "si yo tuviera una escoba" (sería una afirmación contrafactual siempre que no la tuviera).
Decir que A es la causa de B implica que si A tiene lugar, B también. Pero a la vez implica, contrafactualmente, que "si A no hubiera tenido lugar, tampoco habría ocurrido B (suponiendo que A es la única causa suficiente de B que existe en el mundo)". Ésta es una característica propia de las relaciones causales que está ausente en otro tipo de relaciones, como la correlación, o la asociación. Un efecto no puede ocurrir sin que lo preceda ninguna de sus posibles causas. Por eso decimos que las causas son condiciones necesarias para que ocurran los efectos(*).
Volvamos al desierto: ¿quién es la culpable?
Las cosas se vuelven más complejas cuando las definiciones abstractas se encarnan en ejemplos reales. La historia del mercader es una de esas que vuelven locos a los filósofos porque penetra en las fronteras de lo que podemos entender como "causas y efectos". ¿Cuál fue la causa de la muerte del mercader? Hemos definido las relaciones causales en términos de condiciones contrafactuales: Si A es la causa de B, eso significa que A y B ocurren, pero que si A no hubiese ocurrido (contrafactual), B tampoco. Bien, los actos de las dos mujeres ocurrieron, y la muerte del mercader también. Sin embargo, si cualquiera de las dos mujeres no hubiese actuado, ¡el mercader habría muerto de todas formas! Si la esposa no hubiese puesto el veneno, el mercader habría muerto de sed, como ocurrió; y si la amante no hubiese perforado la cantimplora, el mercader habría fallecido envenenado. De modo que ninguna de las dos acciones de las mujeres puede ser la causa de la muerte, según hemos definido el concepto de "causa", en términos contrafactuales. Cada una de las acciones independientes de las mujeres (envenenamiento y perforación de cantimplora) son condiciones no necesarias para la muerte (pues ocurrirá de todos modos), y por lo tanto no pueden ser consideradas sus causas. Sin embargo, está claro desde nuestra intuición que una de las dos acciones fue la causa de la muerte. Esto significa que nos falta algo más en la definición de "causa" que hemos dado hasta ahora.
Una matización que hicimos antes y que conviene recordar ahora es que, para que se cumpla la condición contrafactual que hemos dado (si A no hubiese ocurrido, B tampoco), A debería ser la causa única y suficiente de B, es decir, no debería haber causas alternativas y suficientes de B. Imaginemos que no fuera así: Por ejemplo, B podría estar causado a veces por una causa suficiente, A1, y a veces por otra causa suficiente, A2, y siendo las dos causas independientes entre sí. En esta situación, si A1 no se hubiera dado (contrafactual), B todavía podría ocurrir por causa de A2, y eso no imposibilita en absoluto que A1 sea una causa efectiva de B. Para comprobar que esto es cierto, lo que tenemos que hacer es considerar la relación causal entre A1 y B, suponiendo que A2 (y cualquier otra causa alternativa) no ha tenido lugar. Es decir, A1 sería una causa de B siempre que: (a) A1 y B ocurran efectivamente, y (b) si A1 no hubiera ocurrido y A2 tampoco, entonces B no habría tenido lugar. Ésta es la lógica bajo el control de variables extrañas en la experimentación, por ejemplo. Tanto el estrés (A1) como la genética (A2) pueden ser causas independientes de calvicie (B). Las personas no estresadas pueden quedarse sin cabello debido a factores genéticos. Por eso, para estudiar cómo afecta el estrés a la calvicie, necesito controlar el efecto de la genética (por ejemplo, seleccionando para mi estudio sólo las personas sin antecedentes familiares de alopecia). Y entonces, para concluir que el estrés deriva en pérdida de cabello, debería pensar que si una persona no está estresada (A1 no ocurre), ni tiene indicadores genéticos de calvicie (suponemos que A2 no ocurre), no debería quedarse calva (no debería ocurrir B).
Apliquemos este razonamiento a la situación del asesinato, donde claramente hay más de una causa alternativa y suficiente para la muerte del mercader. Para hacer nuestro análisis, consideraremos la acción de la esposa ignorando la acción de la amante: en ese caso, si la esposa no hubiera actuado (y suponiendo que la amante tampoco), el hombre habría vivido. Y lo mismo ocurre cuando analizamos la acción de la amante, ignorando la de la esposa: si la amante no hubiese perforado la cantimplora (y suponiendo que la esposa no hubiese envenenado el agua), el mercader no habría muerto. Esta matización de nuestra definición contrafactual es a todas luces engañosa o insuficiente, puesto que ahora ¡las acciones de las dos mujeres son la causa de la muerte! Lo cual es inaceptable si queremos encontrar al asesino. Nos hace falta mejorar la definición de causa que hemos provisto.
Conjuntos de condiciones
La solución a nuestro enigma filosófico consiste en contemplar las causas y los efectos en un marco un poco más amplio. Sin abandonar todas las características de las causas que hemos dado hasta ahora, vamos a añadir que las causas forman cadenas de condiciones necesarias y no suficientes, y que sólo en conjunto se convierten en suficientes para producir el efecto. Por ejemplo, en la relación causal entre lanzar una piedra (causa) y romper un cristal (efecto) tenemos condiciones como la dureza de la piedra, su velocidad, la fragilidad del cristal... que son necesarias pero insuficientes por sí solas para que el cristal se rompa (si la piedra es dura pero el cristal también, no se ha cumplido una condición necesaria para que el cristal se rompa). Una causa es, pues, una condición necesaria pero insuficiente para que se dé el efecto, pero que forma parte de un grupo de condiciones que, en conjunto, sí son suficientes para que se dé el efecto (es decir, si todas y cada una de las condiciones necesarias se cumplen, entonces el conjunto es suficiente).
Volvamos al caso del asesinato:
En este gráfico se han representado algunas de estas condiciones necesarias e insuficientes que forman las cadenas desde las causas a los efectos. Para que el plan de la amante funcione, se necesita obligatoriamente que la cantimplora se vacíe y que el mercader no pueda beber de ella; simétricamente, para que la esposa consiga su objetivo acorde a lo planeado, el mercader necesariamente tiene que beber el agua envenenada.
A partir de este gráfico se ve mucho más claro cómo sólo una de las dos acciones (la de la amante) cumple con el requisito de ser necesaria para la muerte del mercader. La acción de envenenar el agua requiere algunas condiciones necesarias para que se dé la muerte, entre ellas que el mercader beba el veneno. Si el mercader no bebe el veneno, que es una condición necesaria, no podrá desencadenarse la muerte a causa del envenenamiento.
Sin embargo, sabemos que el mercader no pudo beber el agua envenenada porque la amante se había encargado de vaciar la cantimplora. Por eso en el gráfico hay una flechita discontinua y de cabeza redonda que une a ambos eventos, queriendo representar que el plan de la amante anula el de la esposa, esto es, imposibilita una de sus condiciones necesarias. Como no se da la condición necesaria de que el mercader beba el agua envenenada, la acción de la mujer no puede ser la causa de la muerte del mercader, y por lo tanto la esposa es inocente de asesinato. Aunque se la pueda acusar de intento de homicidio y conspiración.
Conclusión
El ejemplo del pobre mercader nos ha permitido afinar mucho la definición de lo que es una causa: ahora sabemos que las causas implican conjuntos de condiciones, todas necesarias, pero no suficientes por sí solas, para producir el efecto. Cuando todas y cada una de las condiciones necesarias se cumplen, entonces el conjunto es suficiente para producir el efecto.
Sin esta matización, se hacía ciertamente imposible discernir cuál de las dos mujeres había sido la causante de la muerte, desde el punto de vista de la filosofía impecable. Repito que no me interesan las trivialidades acerca del ejemplo concreto, sino cómo el ejemplo nos sirve para mejorar nuestra definición de lo que es una causa.
Referencias
Este artículo es prácticamente un resumen de varios capítulos del libro:
Sloman, S. (2005). Causal models: How people think about the world and its alternatives. New York: Oxford University Press.
(*) Por añadir más información, hemos mencionado que existen causas suficientes (basta con ese evento para producir el efecto) y no suficientes (necesitamos varios eventos de este tipo para producir el efecto), pero todas las causa son condiciones necesarias.
4 comentarios:
buena buena, pero falto mencionar causas externas a muerte del mercader, por que se sabe que nunca volvio. Puede que la causa hallan sido bandidos del desierto o que se yo. Pero ahora si lo pensamos mas profundamente, EL mercader es asi mismo causa de su muerte porque que fue el quien decidio o dirigio su vida de tal manera en que esas mujeres entraran en su vida y decidieran asesinarlo . Estariamos hablando de un suicidio . Ya me despido que comienzo a elucubrar mucha idea sin sentido.
saludos.
Querido comentarista:
Previendo comentarios como el tuyo, repetí dos veces en el post que no me interesaba ningún detalle en torno al ejemplo concreto, ni análisis más detenidos en el plano moral, legal, o lo que sea. ¿No te das cuenta de que todo eso es trivial? ¿Qué más da cómo muriese el mercader? ¡Es un ejemplo ficticio, no un caso real! No hay más información sobre el ejemplo que la que he dado.
Lo único que me interesaba demostrar es que, en un ejemplo como éste, la definición tradicional de lo que es una causa deja de funcionar, y hace falta refinarla :-)
Tal vez debería aclarar de nuevo que el ejemplo del mercader es lo que los filósofos llaman "un experimento mental", es decir, una situación extrema, a veces cómica, pero casi siempre muy exagerada, en la que las leyes y definiciones conocidas se llevan al extremo del absurdo, y de este modo se ponen a prueba. Por ejemplo, el famoso de Mary la física, o el gato de Schrödinger. En este caso ni siquiera hace falta retorcer la realidad demasiado para formular el experimento mental. Pero, ¿a que nadie se pone a preguntar si es relevante la edad del gato encerrado en la caja? ;-)
Es sólo un experimento hipotético.
¡Gracias por comentar!
Interesante entrada. Ya tenía ganas de que nos comentaras alguna de estas cosas :-)
Esto me recuerda a lo de los accidentes comentado en otra.
Normalmente para prevenirlos se actúa sobre las causas controlables que pueden cambiar el resultado final.
Un saludo ;)
Genial!!!
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