(Publicado originalmente en la antigua web de Psicoteca, 2004).
En este artículo, muestro mi opinión personal sobre algunos de los problemas (aquí tratados como demonios) de los que, desde mi punto de vista, adolece la psicología. Se trata meramente de hacer ejercicio de crítica (y autocrítica) para sacudirme estos demonios de mi conciencia. Se trata, también, de pensar seriamente sobre qué va mal en nuestra ciencia psicológica y de entrever que esta situación no podrá mejorar mientras nuestra desidia no nos mueva al cambio. Se trata de buscar la sonrisa cómplice del lector y, por qué no, de remover las entrañas de quien se vea identificado en alguno de los cuatro demonios aquí tratados. Se trata, en definitiva, de purgar algunos de nuestros pecados a través de la reflexión y la ironía.
Abducciones, OVNIs que son contemplados por cientos de atónitos espectadores, conspiraciones del gobierno por ocultar pruebas de la existencia de vida extraterrestre, extrañas señales en campos de cultivo en Inglaterra, una misteriosa cara que aparece en una fotografía de la superficie de Marte… estas cuestiones, entre otras tantas, son las que Carl Sagan trata en su obra "El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad". En esta obra, Sagan (1934-1996), brillante científico y divulgador, ataca uno por uno dichos argumentos desde su punto de vista escéptico, propio de todo buen científico. Para un hombre que deseaba creer en la existencia de vida extraterrestre (participó activamente en la defensa del proyecto SETI, del cual trata en su novela "Contacto"), todo argumento basado en charlatanería popular merecía ser rebatido enérgicamente.
En sus estocadas personales a los demonios del mundo, Sagan no dudó en recurrir a explicaciones psicológicas para refutar todos y cada uno de estos argumentos. El ser humano, desde su punto de vista, ha tenido siempre necesidad de creer en lo paranormal. Del mismo modo que nuestros ancestros recurrían a la intervención de espíritus de diversas índoles para explicar determinados fenómenos, en nuestra sociedad tecnológica actual estos espíritus no tienen gran cabida, por lo que los hemos reemplazado por seres extraterrestres. Estas creencias y expectativas influyen, según Sagan, en procesos psicológicos básicos, tales como percepción (las luces que vemos en el horizonte pueden no provenir de un OVNI, pero se parecen tanto a ese OVNI que creemos estar viendo…) y memoria (ese vívido sueño en el que seres de ojos almendrados nos analizan mientras yacemos desnudos en una mesa de operaciones se torna en una vaga memoria de algo que pudo haber ocurrido).
En definitiva, Sagan acertadamente supo dar respuesta a todos aquellos temas que, provenientes de las creencias populares, invadían su preciado objeto de estudio científico: la cosmología. Desafortunadamente, en psicología, una disciplina donde la superchería y el oscurantismo superan con creces el quehacer de los científicos, carecemos de una personalidad con el talento y la energía de Sagan para atacar nuestros propios demonios. A un nivel muy modesto, es mi intención en este artículo el mencionar cuáles son, desde mi punto de vista personal, algunos de los demonios propios de la psicología.
Demonio #1. Toda persona puede opinar sobre psicología. Cierto profesor comentó acertadamente en uno de mis cursos como estudiante de licenciatura que, mientras que nadie osaría rebatir a un físico una explicación sobre elasticidad de materiales, toda explicación ofrecida por un psicólogo puede tener réplica inmediata por parte de cualquiera. En principio, todos poseemos una mente, la cual nos pertenece exclusivamente a cada uno de nosotros y de la que tenemos (presuntamente) un conocimiento inigualable. Es por esto que toda persona se ve capacitada para opinar sobre psicología. La premisa es que toda opinión es igualmente válida de cara a ofrecer una explicación plausible de la conducta humana. Sin embargo, todos nosotros somos seres vivos, pero no todos mostramos afán alguno por defender nuestras propias teorías biológicas (salvo los creacionistas, quienes rebaten los argumentos de los biólogos evolucionistas Biblia en mano -no se pierdan esta página web sobre creacionismo científico, no tiene desperdicio-). Algo tiene, por tanto, la psicología que no tienen otras ramas de la ciencia. Algo que la hace lo suficientemente flexible como para encajar en una discusión acalorada durante un café.
A menudo, la psicología se parece más a un foro de discusión donde todo tiene cabida que a una rigurosa área de estudio científico. El problema no reside en si se puede opinar sobre psicología… ¡claro que se puede! Es más, opinar y escuchar opiniones ajenas, compartir información y puntos de vista… son actividades enriquecedoras y esenciales para los propios científicos. El problema, por tanto, no está en el mostrar una opinión, sino en si ésta goza del apoyo de evidencia empírica. Y aquí hay que distinguir entre aquellos que opinan sobre psicología sin conocimiento alguno pero sin mayor pretensión que la de participar en una discusión entre amigos (algo inofensivo) y aquellos que se presentan como científicos dotados de un profundo conocimiento y que, sin embargo, no son sino charlatanes de feria (algo potencialmente peligroso). Estos falsos científicos son alimañas que se nutren de la ciencia para sus propios propósitos. Y no duden en pensar que su mayor propósito será el de sacar dinero a todo aquél o aquella que haya sido lo suficientemente incauto/a como para caer en su trampa. Esta gente tratará de hacer que usted compre sus libros de autoayuda o esos irrisorios CDs de programación subliminal, que asista a sus absurdos cursillos sobre bioenergética, o que compre fabulosos minerales que acabarán con todos sus problemas (ojalá fuera tan sencillo como frotarte una gema).
Usted es libre de decidir qué información es la que prefiere, la de un científico o la de un charlatán sin escrúpulos. No obstante, deténgase a pensar antes de actuar: cuando tiene una dolencia física, ¿acude al médico de su ambulatorio u hospital o a un curandero vudú?
Demonio #2. La psicología "de verdad" no vende. Desafortunadamente para los que tratamos de hacer una psicología científica, nuestro trabajo no vende. Uno acude a la sección de psicología en una gran librería y asiste con horror a un desfile de libros que deberían estar en la sección de Superchería Popular. Libros que prometen mejorar tu memoria, tu vida social y sexual, libros que ofrecen tests psicológicos sólo superables por los de la Super-Pop y Nuevo-Vale. Uno trata de buscar con rápidos movimientos sacádicos un libro de texto de psicología, y nada. Finalmente, frustrados, acudimos al dependiente y nos confiesa que no, que ese libro hay que solicitarlo a la editorial y que llegará, en el mejor de los casos, en unos días.
He tratado de encontrar determinados libros de psicología, libros que son ya clásicos en nuestra área por su gran calidad científica, y muchos de ellos están descatalogados. Quizá fueran comprados en su día por esos seres extraños que eran profesores universitarios en el momento de su primera edición, incluso puede que lo aconsejaran o impusieran a sus alumnos como parte del curso. Pero esos libros no fueron lo suficientemente exitosos como para asegurar su reedición (las editoriales son, en primera instancia, empresas y, como tales, buscan vender su producto; la divulgación del conocimiento es un efecto colateral). Ahora, uno puede encontrar algunos de esos ejemplares esperando un nuevo dueño en el mercado de segunda mano de Amazon o Half-Ebay, por unos precios escandalosos (algunos de ellos por ser demasiado baratos, otros por alcanzar precios inasequibles). Sin embargo, la charlatanería se mantiene en buena forma en las estanterías de las librerías. En ocasiones, estos libros no llegan ni a la estantería, son apilados en el suelo porque la gente se los disputa con una agitación propia del que cree saber lo que compra. La única diferencia entre algunos libros sobre autoayuda y "El código Da Vinci" es que Dan Brown, autor de éste último, fue lo suficientemente honrado como para dejar claro que su libro es una obra de ficción.
En cualquier caso, aún hoy en día la ciencia encuentra un pequeño lugar en las estanterías de algunas librerías. Y quizá éste sea su último bastión, porque en los medios de comunicación lo tiene aún más complicado. No hace falta más que cinco minutos para comprender que la televisión no va a hacer un esfuerzo excesivo por divulgar conocimiento científico (salvo algunas excepciones notables en TVE-2, esa cadena que todos decimos ver mientras nos dejamos seducir por los excitantes debates de actualidad sobre la vida de los famosillos). Nadie dijo jamás que la televisión tuviera que cumplir una función cultural e instructiva. Sin embargo, nos hallamos ante una televisión que lejos de ayudar a la comunidad científica, difunde pseudociencia con una total carencia de escrúpulos. Lo hace porque, al contrario que la ciencia, la pseudociencia vende (o eso dicen los índices de audiencia). Y lo peor de todo es que ya ni nos sorprende.
Demonio #3. Pseudocientíficos en la propia psicología. Este tercer demonio de la psicología es quizá el más peligroso de los expuestos hasta el momento. La psicología es, tal como la conocemos hoy en día, en su mayor parte acientífica. Me estoy refiriendo a muchísimas de las ramas de esta área de estudio que se imparten en cursos universitarios regulares y, sobre todo, en los denominados "de verano". Cuando un estudiante de psicología recapacita sobre su propia carrera, es posible percibir que gran parte del temario necesario para poder obtener el título de licenciado, está plagado de asignaturas infumables que no requieren de otra cosa que un acto de fé. Freud y su escuela psicoanalítica es algo que ciertamente irrita a todo aquél con una visión científica de la psicología (véase los artículos de Fernando Blanco en esta misma web), pero no es lo único (personalmente, nunca me convenció mucho la técnica gestáltica de la silla vacía). Sin embargo, el efecto sobre la mayor parte de los estudiantes parece ser el contrario. Resulta alarmante comprobar cómo estas materias se convierten en las preferidas de los aspirantes a psicólogos mientras que materias científicas (generalmente procesos básicos y psicobiología) generan un gran rechazo entre la mayoría.
La razón de la desazón de los estudiantes de psicología ante las asignaturas de carácter científico viene ligada a los demonios anteriores: los alumnos se quejan de que estas materias son duras y requieren de algo más que una mera memorización de los contenidos. Requieren pensar críticamente y, claro, esto es algo para lo que no se nos ha preparado debidamente. Parte de la responsabilidad de esta dificultad para digerir las materias científicas de la psicología se halla en el propio sistema educativo, el cual fomenta la absorción acrítica de contenidos, haciendo hincapié en que no importa de dónde proviene una teoría (ni si ésta se encuentra aún en proceso de evaluación o incluso si fue sustituida siglos atrás por otra más completa y precisa). Lo que importa es memorizar lo que haga falta para aprobar la asignatura. En consecuencia, cuando un alumno se encuentra posteriormente ante un temario en el que no existen verdades absolutas, sino evidencias experimentales y teorías contradictorias, reina el desconcierto. Como resultado, el estudiante se aferra a aquellas ramas de la psicología que producen una mayor sensación de estabilidad y acercamiento a la verdad. Y, de este modo, la línea que separa al licenciado en psicología del pseudocientífico se va tornando difusa.
Demonio #4. Somos nuestro mayor enemigo. Sí, señores, nosotros mismos (los que hacemos psicología científica) somos nuestro mayor enemigo. Éste es nuestro cuarto demonio en la psicología. Lo somos porque, en nuestro gran afán por ser competitivos y encajar en el competitivo mercado laboral (encontrar nuestra propia plaza como profesor, por ejemplo), nos obcecamos en lanzar el mayor número de publicaciones y presentaciones en congresos. Y en este camino desesperado por encontrar nuestro lugar en el mundo académico olvidamos el motivo por el que hacemos ciencia. Hacemos ciencia porque nos gusta, porque nos recrea, porque nos completa como personas. (Puedo resumir esta idea mencionando una de mis citas preferidas, de Richard Feynman "La ciencia es como el sexo: algunas veces ocurre algo de utilidad, pero esa no es la razón por la que la hacemos".)
Y hacemos ciencia también porque consideramos que el público en general tiene derecho a conocer cómo funciona nuestro mundo. Nuestro deber último es aportar una pequeña pincelada al lienzo en el que reproducimos los mecanismos de todo aquello que nos rodea, incluso de nosotros mismos. Nuestros artículos tienen como único objetivo aportar nuevo conocimiento, sin necesidad alguna de que dicho conocimiento tenga una aplicación final en el mundo real (al menos, éste no es nuestro objetivo como científicos, lo es de los tecnólogos). No obstante, tenemos también la opción y la obligación de hacer llegar a la gente nuestros conocimientos, de divulgar nuestra ciencia, haciéndola comprensible sin tener, por ello, que adulterarla para hacerla más atractiva. Mientras nosotros, científicos, nos mantengamos impasibles ante el avance de la pseudociencia, estaremos traicionando la razón última por la que nos dedicamos una de las más bellas profesiones.
Pandemonium. En mi exorcismo personal, he tratado cuatro de los demonios que, desde mi punto de vista, se han apropiado del alma de nuestra ciencia psicológica. Hay más, muchos más. Quizá deba enfrentarme a ellos en una segunda entrega. Por el momento considero que, si bien no he destruido ninguno de los cuatro demonios aquí tratados, al menos los he identificado. Coincidirán conmigo aquellos que practican psicoterapia que el primer paso es reconocer la existencia de un problema e identificar la naturaleza del mismo. Ahora nos queda un largo camino por recorrer, hasta lograr la completa erradicación de nuestros males.
Fuente original de este artículo:
Pineño, O. (2004). La psicología y sus demonios. Psicoteca, http://www.psicoteca.com
5 comentarios:
Muy interesante tu análisis.
Y en especial me llama la atención el demonio de que cualquiera puede opinar de psicología, incluyo yo me doy ese lujo, yo, que soy estudiante de ingeniería electrónica.
Pero, el objeto de estudio es muy distinto, y es comprensible la dificultad de seguir el metodo cientifico como Zeus manda, ya que la cantidad de variables involucradas en sicología es inmensa, siendo imposible realizar un experimento como en las ciencias exactas se hace; sólo cambiando una variable y manteniendo las demás constantes. Encontrar dos veces las mismas condiciones es imposible en psicología.
La sicología es producto de las condiciones psiquiatricas, que son por causas biológicas que son debido a procesos químicos que se explican por medio de la física. Es bastante dificil trabajar con tantas variables.
Malkredisto:
La cuestión, tal como la veo, es que cuando se trata de opinar sobre un pedazo de carbón, todo el mundo presta confianza al experto, al geólogo, al químico. Pero cuando el objeto de estudio son las personas, o más exactamente su comportamiento, toda una serie de prejuicios ideológicos toman el mando. Ya no se hace caso al experto, sino a nuestras experiencias previas, o a lo que nos dicta nuestro sentido común. Desde el punto de vista científico esto es un gran error.
Sobre las condiciones experimentales de la psicología. De acuerdo, lo tenemos más difícil que andie. Pero creo que tal vez por eso somos los científicos más rigurosos de todos. Piénsalo bien, un biólogo mete un cultivo en una cápsula petri y se olvida de él. Nosotros tenemos que calentarnos la cabeza pensando diseños, procedimientos, cualquier cosa con tal de neutralizar la explicación alternativa más peregrina. Los demás lo tienen tan fácil que olvidan el verdadero valor del control de las variables extrañas. Así que luego no me extraño al ver en revistas médicas importantes auténticas chapuzas metodológicas.
Claro. Pero iba al punto de que un psicólogo, dadas las complejas circuntancias de su objeto de estudio, no puede probar nada, de momento hay cosas muy probables, pero cuesta mucho sacarlo de la teoría. Y en ese contexto, ninguna explicación ha sido tan absoluta y completa para explicar la realidad, que haga sentir a los demás que su opinion es menos válida. Su incerteza a la gente no le parece mayor que su propia incerteza a la hora de analizar a los demás.
Además ¿Que tiene en común con el la biología evolutiva? Que a nadie le genera conflicto ni le interesa que los ácidos liberen iones H+, pero si le molesta a los teologos que el hombre sea pariente del mono, y del mismo modo, menos violentamente, la psicología si contradice "estructuras" donde la gente sustenta sus paradigmas.
Muy interesante su blog, que desconocía. Llevo un rato largo leyendo, y en pocos minutos se me han caído varios "mitos". Al mismo tiempo, me he llenado de muchas dudas, porque yo siempre pensé que en la psicología tenía mucho que ver la propia "psicología" innata (no sé si me explico) de cada uno, el sentido común, tan individual él...
Ahora, leyéndoles, me pregunto si puedo realmente "fiarme" de cualquier licenciado en psicología o debo preguntar a qué escuela de pensamiento se siente más afín. No sea que confíe en tal o cual profesional y sea un "farsante". Siendo algo durillos con sus colegas en general (y con ustedes mismos, al estar en principio en el mismo saco "genérico"), me gustaría poder discernir en un futuro cuando requiera su ayuda.
Muchos saludos!
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